El 1 de octubre de 2006 se realizó la primera vuelta de las elecciones en Brasil. En disputa, los cargos de presidente de la República, 26 gobernadores de estado, 27 senadores, 513 diputados federales y 1.059 diputados estaduales.

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Lula empieza con ventaja
Los motivos de la segunda vuelta
Movimientos de la segunda vuelta
Qué pasa en los estados
Sorpresas y disgustos electorales
Lacerda y el diablo
Ingerencia de Mello
El riesgo Alckmin
El primer debate de la segunda vuelta

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Lula empieza con ventaja

El 1 de octubre de 2006 se realizó la primera vuelta de las elecciones en Brasil. En disputa, los cargos de presidente de la República, 26 gobernadores de estado, 27 senadores, 513 diputados federales y 1.059 diputados estaduales.

Había una expectativa, alimentada por decenas de encuestas, de que la elección presidencial ya se decidiera en la primera vuelta. Ello no sucedió: el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido dos Trabalhadores, y Geraldo Alckmin, del Partido da Social Democracia Brasileira, disputarán la segunda vuelta el 29 de octubre.

Además de la elección del presidente de la República, la segunda vuelta también servirá para decidir quién será el gobernador de los estados de Rio Grande do Sul, Pará, Santa Catarina, Paraná, Rio de Janeiro, Goiás, Rio Grande do Norte, Paraíba, Maranhão y Pernambuco. En los demás estados el gobernador ya fue electo en la primera vuelta.

La realización de la segunda vuelta presidencial fue presentada por la prensa como una gran sorpresa. En realidad, desde el inicio de la campaña presidencial, las coordinaciones de las campañas de Lula y Alckmin trabajaban con la hipótesis de dos vueltas.

En el caso de la campaña Lula, la coordinación recordaba que sólo hubo victoria en la primera vuelta en las elecciones presidenciales de 1994 y 1998, exactamente cuando el candidato vencedor contaba con el apoyo de la mayor parte de los medios y del empresariado.

Como la candidatura Lula no era la preferida por los medios de comunicación ni por el gran capital, la conclusión lógica era que la segunda vuelta constituía el escenario más probable, aunque fuera posible una victoria en la primera vuelta.

Sin embargo, la secuencia de encuestas que indicaban una creciente posibilidad de victoria de Lula ya en la primera vuelta fortaleció la creencia en esta hipótesis como la más probable.

Así, durante una gran parte de la campaña, la militancia, el electorado y los propios medios pasaron a creer que la segunda vuelta era posible, pero no era lo más probable.

Al final de la primera vuelta hubo una alteración en el resultado de las encuestas, que volvieron a indicar la segunda vuelta, no sólo como algo posible, sino también como lo más probable. Es decir, en el final de la campaña las encuestas coincidieron con el análisis político que la coordinación de la campaña Lula efectuaba al inicio del proceso electoral.

Sin embargo, la expectativa que se había generado era tan fuerte, que la necesidad de realizar una segunda vuelta sorprendió y desilusionó una gran parte de los partidarios de Lula.

Un fenómeno similar, pero al contrario, ocurrió en la campaña Alckmin. Durante meses se creyó que el candidato a presidente de la coligación PSDB-PFL no tenía ninguna posibilidad de éxito. Sus adversarios en el PSDB y una gran parte de la prensa lo atacaban como “el candidato equivocado”, sin atributos, ni siquiera para pasar a la segunda vuelta (el candidato “correcto” probablemente sería José Serra).

Frente a esta expectativa negativa, el paso de Alckmin a la segunda vuelta entusiasmó al electorado y a los partidarios de la coligación PSDB-PFL.

Tanto la desilusión entre los partidarios de Lula como el entusiasmo entre los partidarios de Alckmin son factores subjetivos con fuerte incidencia política. Sin embargo, es bueno recordar que sólo 1,39% punto porcentual separó el presidente Luiz Inácio Lula da Silva de la reelección ya en la primera vuelta.

El candidato del Partido dos Trabalhadores recibió 46.662.365 votos (48,61% de los votos válidos – excluidos los votos blancos y nulos), mientras su principal adversario, Geraldo Alckmin, obtuvo 39.968.369 votos (41,64% de los votos válidos).

El tercer lugar en la disputa fue de la candidata del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), Heloísa Helena, con 6.575.393 votos (6,85%); seguida por Cristovam Buarque, del Partido Democrático Trabalhista (PDT) con 2.538.844 votos (2,64%); Ana Maria Rangel, del Partido Republicano Progressista (PRP) con 126.404 votos (0,13%); José Maria Eymael, del Partido Social Democrata Cristão (PSDC) con 63.294 votos (0,07%); y Luciano Bivar, del Partido Social Liberal (PSL) con 63.294 votos (0,06%). Votos blancos: 2.866.205 (2,73%); nulos: 5.957.207 (5,68%); abstenciones: 21.092.511 (16,75% del total de votos).

Una semana después del recuento de los votos de la primera vuelta, una encuesta efectuada por el Instituto Datafolha mostró que Lula amplía la ventaja y sale en primer lugar para la segunda vuelta. Según levantamiento divulgado el 6 de octubre, el candidato del PT tiene 50% de la preferencia del electorado, contra 43% de Alckmin. Los indecisos llegan a 4% y el 3% pretende votar en blanco o anular su voto. Este resultado demuestra que, hasta el momento, Lula no sólo mantuvo sus electores como recibió votos que migraron hacia otras candidaturas.

Según el Datafolha, 48% de los electores de Heloísa Helena votarán en Alckmin; 32% en Lula. Entre los electores de Cristovam Buarque hay un empate del 39%, tendencia que también se repite entre los que declararon que habían votado nulo o en blanco en la primera vuelta: 32% ahora tenderían a votar en Alckmin y 31% en Lula.


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Los motivos de la segunda vuelta

Hay dos líneas de interpretación para explicar los motivos de la segunda vuelta.

La primera línea subraya los aspectos estructurales involucrados en la elección, como la posición pro Alckmin de la mayor parte de los medios de comunicación.

En Brasil sólo hubo victoria en la primera vuelta en las elecciones presidenciales de 1994 y 1998, cuando el entonces candidato Fernando Henrique Cardoso contaba con el apoyo de la mayor parte de los medios y del empresariado. En las elecciones de este año, los medios apostaron de nuevo en el conservador Alckmin. Encuestas efectuadas por el Observatório Brasileiro de Mídia (OBM) muestra que, tanto como presidente como candidato, Lula recibió en los principales periódicos y revistas semanales de gran circulación más críticas que sus adversarios.

La segunda línea de interpretación subraya los aspectos coyunturales, más precisamente los hechos que ocurrieron los últimos 15 días de campaña.

Entre estos hechos hay dos que son mencionados en todos los análisis:

1)la detención, por la Policía Federal, de dos personas que negociaban un “dossier” que supuestamente contenía pruebas de que una pandilla actuaba en el ministerio de la Salud, en la época en que José Serra y Barjas Negri eran ministros de Fernando Henrique Cardoso;
2)la decisión, tomada por Lula, de no comparecer al debate en televisión entre los candidatos a la presidencia de la República, que se llevó a cabo el jueves anterior al domingo de las elecciones.

El 15 de septiembre la Policía Federal detuvo en un hotel en la capital de São Paulo, a Valdebran Padilla y Gedimar Passos. Padilla era afiliado al PT desde 2004. Gedimar es un policía federal jubilado. En el momento de la detención tenían con ellos R$ 1,7 millón, valor que sería pagado a Luiz Antônio Vedoin, en cambio de un “dossier” que, hipotéticamente, contenía documentos que comprometían la gestión de José Serra y Barjas Negri, ministros de la Salud durante el gobierno FHC.

El episodio, que todavía está bajo la investigación de la Policía Federal y del Ministerio Público, fue hábilmente explotado por la campaña de Alckmin, con el apoyo articulado de una gran parte de los medios de comunicación.

Los medios ocultaron el contenido del dossier y se concentraron en acusar tanto al PT como al gobierno Lula de utilizar métodos condenables en la campaña, así como de utilizar recursos financieros de origen ilícito.

La campaña orquestada entre los medios y la oposición se basaba en algunos hechos extremadamente graves: Gedimar Passos era empleado de la campaña Lula, subordinado a Jorge Lorenzetti, coordinador del departamento de “análisis de riesgo”, que a su vez respondía a Ricardo Berzoini, presidente nacional del PT y coordinador general de la campaña presidencial.

En su testimonio a la Policía Federal, Gedimar Passos mencionó el nombre de Freud Godoy, asesor del presidente de la República, como implicado en el episodio. El sistema de seguridad del hotel en que la Policía Federal efectuó las detenciones registró la presencia en el lugar de Hamilton Lacerda, coordinador de comunicación de la campaña de Aloizio Mercadante al gobierno del estado de São Paulo.

Otros involucrados en el caso fueron Osvaldo Bargas, ex integrante del Ministerio del Trabajo y ex dirigente de la CUT; y Expedito Veloso, director del Banco do Brasil.

Las encuestas que se realizaron después del episodio mostraron que una parte del electorado, que ya había solucionado y absorbido las denuncias efectuadas contra el PT y el gobierno en 2005, volvió a tener dudas y quería explicaciones.

La campaña presidencial y el PT recordaron que no tenían ningún interés en producir denuncias en contra del candidato del PSDB al gobierno de São Paulo. Ricardo Berzoini fue sustituido en la coordinación de la campaña por Marco Aurélio Garcia, 1º vicepresidente nacional del PT. Y tanto el partido como Lula repudiaron fuertemente el episodio.

Pero nada de ello fue suficiente. Sectores importantes del electorado del propio Lula esperaban que él diera personalmente explicaciones claras y firmes para el episodio. Se creó una expectativa, alimentada no sólo por los medios, sino también por el mismo presidente, de que ofrecería estas explicaciones en el debate entre los candidatos a presidente de la República, el día 28 de diciembre, el jueves anterior al domingo de las elecciones.

Pero Lula decidió no comparecer al debate promovido por la TV Globo. Esta postura, contraria a la opinión de la mayoría de los coordinadores de campaña, dirigentes del Partido y ministros del gobierno, produjo una reacción muy negativa en una parcela del electorado.

Además del efecto sobre el electorado, el dossier y la ausencia de Lula en el debate tuvieron un impacto enorme sobre la militancia de la campaña, sobre todo sobre los miembros del PT.

Después de la primera vuelta, el 6 de octubre, la comisión ejecutiva nacional del PT aprobó una dura resolución sobre el episodio (ver íntegra en www.pt.org.br) que dice, entre otras cosas, lo que sigue:

“Los afiliados involucrados en esa negociación no consultaron la dirección del PT, no consultaron la coordinación de campaña y no consultaron los candidatos del Partido. Por lo tanto, no respetaron las normas básicas de convivencia en un partido democrático.

La Ejecutiva Nacional del PT repudia la actitud de estos afiliados, considera que es una equivocación sustituir la disputa de proyectos por este tipo de práctica, condena la promiscuidad con un grupo de criminales, así como la total falta de respeto por la democracia partidaria.

Los afiliados que actuaron de esta forma se pusieron en la práctica fuera del Partido. Y, por decisión de la Ejecutiva Nacional están políticamente expulsados del PT”.

Además de la expulsión de los involucrados, Ricardo Berzoini pidió licencia de la presidencia nacional del PT, “por el plazo necesario para la completa aclaración de los hechos que involucraron a afiliados al partido con una supuesta compra de dossier”. (Ver íntegra de la nota de Berzoini en www.pt.org.br).

Marco Aurélio Garcia, 1º vicepresidente nacional del PT, asumió interinamente la presidencia del Partido, acumulándola con la coordinación general de la campaña Lula presidente.

Sectores del Partido dos Trabalhadores consideran que, después de las elecciones, será necesario anticipar el III Congreso del Partido.


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Movimientos de la segunda vuelta

La segunda vuelta empieza con la búsqueda de apoyos y nuevas alianzas. Tanto para Lula como para Alckmin se trata de mantener los votos que poseen actualmente, conquistar nuevos apoyos entre los electores que votaron en blanco, nulo o que se abstuvieron y buscar apoyos entre los electores de los demás candidatos, especialmente Heloísa Helena y Cristovam Buarque.

Hasta el momento del cierre de esta edición, la única candidatura presidencial que había anunciado públicamente su decisión fue la de Heloísa Helena, que no recomendará el voto en ninguno de los dos candidatos.

La Ejecutiva Nacional del Partido do Socialismo e da Liberdade (PSOL), partido al cual Heloísa Helena es afiliada, deliberó “no indicar el voto en Lula ni en Alckmin”. Como importantes liderazgos del PSOL están inclinados a votar en Lula, la ejecutiva del Partido prohibió que sus militantes manifiesten públicamente su preferencia.

Según la agencia de noticias Carta Mayor, la iniciativa más concreta en este sentido partió del candidato derrotado al gobierno de São Paulo, Plínio de Arruda Sampaio. Sampaio recibió 531,9 mil votos y envió a Heloísa Helena un pedido para que el Directorio Nacional se reúna en carácter extraordinario para “profundizar mejor las discusiones” sobre la posición que debe adoptar el partido frente a la disputa entre Lula y Geraldo Alckmin. Arruda Sampaio afirma que “hay varios sectores del PSOL en Brasil” a los que les gustaría discutir mejor la posibilidad de apoyar a Lula en la segunda vuelta: “No fue solamente por voluntad mía que solicité la reunión del Directorio. Ese pedido contempla a mucha gente en el partido que desea reexaminar el tema”.

Otro que defiende la realización de discusiones más profundas sobre el rumbo que el PSOL debe seguir en la segunda vuelta es el diputado federal Chico Alentar, reelecto en Rio de Janeiro como el más votado de la izquierda, con 119 mil votos. Según Carta Maior, Chico realizará una plenaria el 11 de octubre en la que pretende reunir a asesores, simpatizantes y electores para decidir “qué se hará a partir de ahora, incluso en la segunda vuelta”.

Además del PSOL, el frente de izquierda que lanzó la candidatura Heloísa Helena está compuesto por dos otros partidos. El Partido Socialista dos Trabalhadores Unificado (PSTU) decidió optar por el voto nulo, y el Partido Comunista Brasileiro (PCB), aunque divulgó una resolución titulada “No a Alckmin”, todavía no definió si hará campaña y pedirá que sus partidarios voten en Lula.


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Qué pasa en los estados

Lula ganó las elecciones presidenciales en 16 estados y Alckmin en 11. No siempre hay correspondencia entre el resultado de la elección para gobernador y para presidente. En Minas Gerais, por ejemplo, Lula recibió más votos, pero el gobernador electo fue Aécio Neves, del PSDB. Ya en el estado de Acre, donde fueron elegidos un gobernador y un senador del PT, Alckmin fue el ganador.

En diez estados la elección para gobernador se resolverá en la segunda vuelta. En Rio Grande do Sul y Pará, Lula contará con el apoyo de candidatos a gobernador del PT: Olívio Dutra y Ana Júlia Carepa. En Pernambuco y Rio Grande do Norte, recibirá el apoyo de candidatos a gobernador vinculados al Partido Socialista Brasileiro. En los estados de Rio de Janeiro, Paraíba y Goiás contará con el apoyo de candidatos a gobernador del PMDB. También se espera el apoyo de Roberto Requião, candidato del PMDB al gobierno de Paraná.

La situación todavía no está totalmente resuelta en Maranhão, donde los dos candidatos declaran apoyo a Lula. Tampoco en Santa Catarina, donde hasta el momento ninguno de los candidatos declaró apoyo a Lula. En los dos casos, el movimiento inicial de la campaña Lula fue hacia candidatos que enfrentan resistencia en la izquierda de sus estados: Roseana Sarney, del PFL de Maranhão y uno de los liderazgos de la oligarquía de los Sarney; y Espiridião Amin, del PP de Santa Catarina, herederos del PDS y de la Arena, partidos de sustentación de la dictadura militar.

Un episodio importante durante la primera semana de campaña para la segunda vuelta fue el apoyo dado por Anthony Garotinho (ex gobernador de Rio de Janeiro) y Rosinha Garotinho (actual gobernadora de Rio de Janeiro) al candidato Alckmin. Ambos son acusados de implicación con casos de corrupción y reciben una fuerte oposición de otros aliados de Alckmin. En este sentido, su adhesión a la campaña del PSDB-PFL puede haber sido un “apoyo que sustrae”.

El apoyo de los gobernadores y alcaldes a los candidatos no es sólo una cuestión política. En 1989, por ejemplo, hubo lockout en el transporte colectivo de algunas regiones del país, lo que ocasionó daños a la candidatura de Lula. En 2006, ya en la primera vuelta la campaña presidencial de Lula tomó las medidas adecuadas para que ello no se repitiera.

Los riesgos de sabotaje en el transporte colectivo son grandes, incluso porque hay una evidente distribución regional del electorado de las dos candidaturas. Mientras Lula tiene su mayor fuerza en el Norte-Nordeste, los mejores resultados de la candidatura Alckmin se obtuvieron en los estados del sur del país, así como en São Paulo y Minas Gerais, dos de los tres mayores colegios electorales del país.

Con 22% del electorado nacional, el estado paulista posee 10,9 millones de electores. Al inicio de la campaña, Lula tenía 36 puntos más que Alckmin. En la totalización final de los votos, su votación fue 17 puntos porcentuales inferior a la de Alckmin.

En los estados del Sur y Sudeste hubo una fuerte hostilidad contra los militantes y simpatizantes del PT. En los estados de fuerte presencia del agronegocio, los ganaderos estimularon la distribución de adhesivos en que se leía lo siguiente: “Lula, la plaga de la agricultura”. Para que no hubiera duda, el adhesivo estaba ilustrado con un gusano cuya cabeza era la del presidente.

Frente a tantas dificultades, la nueva coordinadora de la campaña Lula en el estado de São Paulo, la ex alcaldesa Marta Suplicy, definió con mucho realismo su tarea en la segunda vuelta: reducir la diferencia de votos entre Lula y Alckmin. En los demás estados, como Rio Grande do Sul y Pará, la tarea es más dura: además del crecimiento de la candidatura Lula, hay que ganar la elección estadual.


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Sorpresas y disgustos electorales

La mayor sorpresa de esta elección fue la victoria del petista Jacques Wagner, electo gobernador del estado de Bahia ya en la primera vuelta de las elecciones, lo que significó un duro golpe al senador del PFL, Antônio Carlos Magalhães.

Otros dos coroneles de la política conservadora también tuvieron su fuerza reducida por las urnas: el ex gobernador de Ceará, Tasso Jereissati (PSDB) y el senador Jorge Bornhausen, presidente del PFL.

Según la prensa, Tasso perdió el control del estado de Ceará para los hermanos Ciro y Cid Gomes, ambos del Partido Socialista Brasileiro. El primero fue el diputado federal proporcionalmente más votado del país; el segundo fue electo gobernador del estado, rompiendo la hegemonía del PSDB en Ceará. Pero se dice que las relaciones entre Tasso y Ciro Gomes sobrevivirán a ello, y ni siquiera se descarta que Tasso Jereissati haya apoyado informalmente la candidatura de Cid Gomes.

Jorge Bornhauser desistió de competir de nuevo por el Senado en Santa Catarina, por recelar una derrota. Pero su desistencia permitió que la segunda vuelta fuera disputada por Luis Henrique, apoyado por él, contra Espiridião Amin, de quien ya fue aliado.

El PT eligió en la primera vuelta los gobernadores de Piauí, Acre y Sergipe, además de Bahia. Disputa la segunda vuelta en los estados de Rio Grande do Sul y Pará, desmintiendo los pronósticos según los cuales saldría de las elecciones peor que antes.

También fueron desmentidos los que apostaban en una catástrofe en la bancada de diputados federales del PT. El partido recibió el mayor número de votos en la disputa de escaños en la Cámara de Diputados, superando el PMDB y el PSDB, segundo y tercero puestos, respectivamente.

Como la legislación brasileña no asegura la proporcionalidad plena, a pesar de que fue el partido más votado, el PT obtuvo la segunda mayor bancada de la Cámara de Diputados, con 83 diputados. La mayor bancada es la del PMDB, que eligió 89 diputados. Aunque el partido integre la base de apoyo del gobierno Lula, una parte importante del mismo se alía a la oposición.

El resultado que el PT obtuvo revela que el partido perdió votos respecto de 2002. También significa la elección de menos diputados que aquel año: en 2002 el partido eligió 91 diputados, ahora 83. Pero vale la pena recordar que durante el gobierno Lula la bancada del PT sufrió varias defecciones y llegó al inicio de 2006 con 81 diputados.

El PFL perdió 19 diputados en comparación con 2002 y 40 respecto de 1998. El PSDB perdió 6 diputados en relación a 2002 y 34 en la comparación con 1998.

Juntos, el PT, el PCdoB y el PSB eligieron ahora 123 diputados. El PSDB, PFL y PPS, reunidos, conquistaron 151 escaños. En otras palabras: el gobierno Lula sólo tendrá mayoría en la Cámara si se alía con el PMDB y si cuenta con el apoyo de otros sectores.

El PSOL, que enfrentó sus primeras elecciones, eligió tres diputados federales. Cuando la campaña tuvo inicio el PSOL tenía siete diputados federales, todos electos originalmente por el PT.

La nueva Cámara de Diputados que asumirá en febrero sufrió una renovación de casi 46% en su composición.

El Senado, con renovación de una tercera parte de los parlamentarios, el PFL eligió la mayor bancada (6), seguido por el PSDB (5), PMDB (4), PTB (3). El PT eligió 2 senadores: Eduardo Suplicy en São Paulo y Tião Viana en Acre. El PCdoB eligió 1 senador, Inácio Arruda, de Ceará, el primero senador comunista después de Luís Carlos Prestes, electo en 1946. O sea, en el Senado la oposición seguirá predominando.

Según el TSE, 39.077 electores que viven fuera del país votaron el 1 de octubre, y representan 0,041% de los electores que votaron en la primera vuelta.

Entre los electores que viven fuera de Brasil, Lula obtuvo 39,8% y Geraldo Alckmin, 44,8%.

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Lacerda y el diablo
Durante los últimos días de la campaña electoral de la primera vuelta, los medios conservadores apretaron el cerco contra el PT.

Sectores importantes de los medios de comunicación divulgaron la tesis según la cual el electorado de Lula se compone de una masa sin instrucción, motivada por políticas asistenciales del gobierno Lula, mientras los votos en Alckmin tendrían motivos más nobles.

La tesis de los medios fue construida por intelectuales que tienen o ya tuvieron prestigio, como Fernando Henrique Cardoso y Hélio Jaguaribe.

En entrevista al diario argentino La Nación, después de las elecciones, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso declaró que “Brasil se dividió, pero no entre ricos y pobres. Se dividió entre avanzados y atrasados”. Para Cardoso, los que votaron en Lula en Minas Gerais, Rio de Janeiro, São Paulo y, principalmente, en el Nordeste y el Norte, son “atrasados”.

Hélio Jaguaribe, en entrevista al diario argentino Clarín, también después de las elecciones, dijo que el electorado de Lula es no instruido y “primitivo”.

Este discurso está totalmente orquestado con la encuesta encargada por el diario O Estado de S. Paulo. El 25 de septiembre el diario publicó la nota “Rigor con la corrupción en la política varía según la región y condición social”. El subtítulo decía: “Elector del Nordeste expresa mayor tolerancia con desvíos que el del Sudeste”.

La nota intenta sustentar la tesis de que los habitantes del Nordeste, los pobres y los negros dan menos valor al problema ético que los habitantes del Sur/Sudeste, ricos y pobres. Según la encuesta, “en el Nordeste el 10% de los electores declara que votarían en político acusado de corrupción – índice cercano al del Norte/Centro Oeste, que es del 9%. Ya en el Sur y en el Sudeste esos índices son del 6 y 7%, respectivamente”.

El periodista Franklin Martins analiza que “en realidad, las variaciones son mínimas, están dentro del margen de error de la encuesta y no indican absolutamente nada. Y si estos números muestran algo es que, en lo que atañe al tema de la ética, hay un patrón razonablemente homogéneo en las distintas regiones del país – y no lo contrario”.

Todavía según Martins, “está claro que el diario tenía una tesis. Encargó el estudio para darle una sustentación, digamos, científica. Sin embargo, el levantamiento no comprobó el postulado (o el prejuicio). Si hubiera sentido común, se archivaba el tema. Pero como alguien quiere probar, no se sabe por qué, que la población no se preocupa con la corrupción y que nuestra elite posee patrones morales dignos de Catón, la encuesta se convirtió en una nota publicada.

En agosto de este año la nota de portada de la revista Veja también abordó el perfil del electorado de Lula. De forma prejuiciosa, la revista reprodujo la foto de una mujer negra, nordestina, pobre y de escolaridad media. Según la revista, “ella retrata el elector que decidirá la elección en el mes de octubre”. El mensaje explícito era el mismo que Jaguaribe explicitó: los “primitivos” decidirán el futuro del país.
Además del prejuicio, la campaña de Alckmin también incluyó llamados abiertamente golpistas.

El caso más notorio fue la declaración del ex presidente Cardoso, lamentando la falta de un “Carlos Lacerda” en la actual coyuntura. Como muy bien recordó Marcelo Coelho, “para alguien con el pasado de izquierda de Cardoso, la frase es un verdadero escándalo; un poco más y manifestaría que extraña a Castelo Branco y al régimen militar”.

Carlos Lacerda fue un golpista. Ayudó a dar el golpe contra Vargas, en 1954; trabajó por el golpe contra Kubitschek, en 1955; y ayudó a dar el golpe contra Goulart, en 1964. Era muy conocido por sus frases de efecto. En 1955, dijo en la televisión que “Kubitschek no será candidato; en caso de que lo sea, no será electo; si es electo, no asumirá el cargo; si asume el cargo, no gobernará”.

Según el periodista Luis Nassif, “es evidente que hay una competencia entre prácticamente todos los grandes vehículos de comunicación para saber quien derrumba a Lula primero”. En su opinión, la virulencia del editorial del 24 de octubre del diario Folha de S. Paulo se inspiraba en Carlos Lacerda. Lacerdista o no, “no hay duda de que hay una guerra declarada de los medios contra el gobierno y una ola – no necesariamente articulada, porque esto ni siquiera es necesario – para preservar al PSDB y hacer de cuenta que nada pasa del otro lado del muro”.

Días antes de las elecciones, en un evento en un club de la capital de São Paulo, Cardoso comparó Lula al demonio y dijo “tenemos que expulsarlo de aquí”. Para el secretario de Relaciones Internacionales del PT, Valter Pomar, la declaración del ex presidente no fue “un mero impulso, una frase mal dicha en un discurso mal hecho”. Según el dirigente petista, “una explicación posible es que Cardoso resolvió radicalizar la argumentación de la [revista] Veja, según la cual “petista bueno es petista preso” (versión posmoderna de “comunista bueno es comunista muerto”).


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Ingerencia de Mello

Si en la gran prensa Geraldo Alckmin obtuvo generosos espacios, con derecho a noticias positivas sobre su candidatura, en el horario electoral gratuito no fue diferente.

Un levantamiento realizado hasta el día 22 de septiembre mostró que la campaña Lula perdió, por determinación del Tribunal Superior Electoral (TSE), casi 41 minutos en el horario electoral gratuito. En el mismo periodo el candidato del PSDB tuvo apenas dos minutos sustraídos de su tiempo en radio y televisión.

Como si ello no bastara, incluso el presidente del TSE, ministro Marco Aurélio de Mello, tomó partido en la disputa. Afirmó que “considera el conjunto de escándalos políticos de los últimos años más grave que Watergate, episodio que provocó la renuncia del presidente de Estados Unidos Richard Nixon, en 1974”.

Con el título “Watergate no es aquí”, el boletín electrónico de la campaña Lula, Antivírus, alertó para la indebida analogía. “Esta comparación es históricamente incorrecta. En el caso Watergate se probó que el presidente de Estados Unidos, Nixon, obstruyó con mentiras y destrucción de documentos la investigación de un crimen. En el caso del dossier Serra/Vedoin, las instituciones del gobierno están en la vanguardia de las investigaciones y cuentan con todo el apoyo y estímulo del presidente de la República”.

En respuesta a la comparación del ministro Mello, el periodista Elio Gaspari escribió que “Lula no es Nixon, Mello no es Bob Woodward”. Para el periodista, esa comparación es curiosa para un ciudadano, impertinente para un magistrado, absurda para un presidente de tribunal. “Cuando el presidente del Tribunal Superior Electoral entra en este tipo de ejercicio, la Justicia pierde. Los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein creían que el caso Watergate era “mucho peor” de lo que se pensaba, pero eran reporteros, no eran magistrados”, declaró Gaspari.

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El riesgo Alckmin

Después de una primera vuelta en que predominó una línea “estadista”, la campaña de Lula en la segunda vuelta promete más movilización de la militancia, más contundencia en las respuestas y en los ataques al adversario. Y, principalmente, más delimitación de campos políticos y programáticos.

Según nota de la Coordinación de campaña emitida el 3 de octubre, “la segunda vuelta será una confrontación entre dos proyectos de Nación. Por un lado, las fuerzas progresistas comprometidas con un Brasil democrático, popular y soberano. Por otro, el bloque conservador que gobernó a Brasil en la década de los 90 y en los primeros años de este siglo”.

La dirección de la campaña reafirma que “Lula es candidato a la reelección, porque su gobierno fue extremadamente positivo para Brasil: desarrollo económico, reducción de la vulnerabilidad externa, ampliación del mercado interno, crecimiento del empleo, aumento de la masa salarial, reducción del hambre, la miseria y la desigualdad social. El segundo mandato profundizará esto”.

El texto todavía dice que “para derrotar el atraso, la campaña Lula buscará, con firmeza y humildad, ganar la confianza y el voto de los electores que, en la primera vuelta, se abstuvieron, votaron en blanco y nulo, votaron en otras candidaturas e incluso de los electores que optaron por nuestro adversario. Presentaremos nuestros logros, reconoceremos y corregiremos nuestros errores, reafirmaremos cómo será nuestro segundo mandato y desenmascararemos de forma clara y didáctica las mentiras lanzadas contra nosotros, sobre todo las últimas semanas”.

La posición de la coordinación de campaña fue refrendada por la ejecutiva nacional del PT, que el día 6 de octubre aprobó una resolución (ver íntegra en www.pt.org.br), donde se puede leer lo siguiente:

“Alcanzaremos este objetivo a través de una campaña politizada, que deje claro que en la segunda vuelta se confrontan dos proyectos de país, uno de ellos conservador y neoliberal, el otro democrático y popular.

Enfrentaremos el debate sobre la ética, porque nuestro gobierno y nuestro partido no temen la comparación; recordaremos en qué gobierno ocurrieron las privatizaciones, la compra de votos para la reelección, la obstrucción de procesos y el bloqueo de las comisiones parlamentarias de investigación.

Lula será reelecto. Pero las elecciones no se ganan la víspera, se ganan en el debate, en la movilización, en el cuerpo a cuerpo. Estas son las tareas de todo el Partido durante las próximas semanas: mantener nuestro electorado, conquistar el voto de los que se abstuvieron, votaron en blanco, nulo o en nuestros adversarios, incluso de los que votaron en el candidato del PSDB-PFL en la primera vuelta.”

Una de las armas de esta línea de campaña es alertar el país para el “riesgo Alckmin”: el riesgo de las privatizaciones, de la represión a los movimientos sociales, del endeudamiento público, de la pérdida de conquistas laborales, de la reducción del presupuesto de las políticas sociales.

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El primer debate de la segunda vuelta

El debate entre Lula y Alckmin, realizado por la Red Bandeirantes el domingo 8, inauguró oficialmente la segunda vuelta de la campaña presidencial. Fue el primero de varios que deben ocurrir hasta el 26 de octubre, fecha que la legislación electoral establece como la última para realizar este tipo de eventos.

El debate sirvió como “muestra” de lo que será la segunda vuelta de las elecciones (ver boletín Antivirus nº 42): mucha agresividad, debate sobre corrupción, comparación entre gobiernos y confrontación entre distintas visiones de programa para Brasil.

Hasta el 29 de octubre, algo es seguro: la temperatura política aumentará.

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