Una nueva cultura del desarrollo

El Partido dos Trabalhadores saluda a los militantes político-sociales presentes al Foro Social Mundial reunidos en la ciudad de Belém do Pará, del 27 de enero al 1 de febrero de 2009.

Cuando realizamos por primera vez el Foro Social Mundial, vivíamos bajo la hegemonía de las ideas y las prácticas neoliberales; el gobierno de Estados Unidos pretendía ser la metrópoli absoluta de un mundo unipolar. En aquel entonces luchábamos contra el sentido común para afirmar que “otro mundo es posible”.

Actualmente, la crisis económica internacional desmoralizó las ideas del “mercado auto-regulado” y del “Estado mínimo”; Estados Unidos enfrenta problemas de inmensas proporciones; y podemos decir que otro mundo es, no sólo posible, sino cada vez más necesario y urgente.

En la América Latina y Caribeña estamos dando pasos importantes para construir este otro mundo. Nunca en nuestra historia tantos países fueron gobernados por fuerzas de izquierda y progresistas, en especial en América Latina. Estamos creando las condiciones para un desarrollo y una integración de un nuevo tipo, capaces de enfrentar y superar la crisis en beneficio de las mayorías.

Las transformaciones en curso en la región no son fáciles, ni rápidas, ni tampoco exentas de contradicciones. Nuestro éxito dependerá, en gran medida, de la articulación entre lucha cultural, movimiento social y acción partidaria – incluso los niveles parlamentario y gubernamental. Por ello nos oponemos firmemente a todos los que construyen “murallas de China” en el seno de las fuerzas populares, separando y contraponiendo movimientos a partidos.

El Partido dos Trabalhadores, los partidos del Foro de São Paulo y los gobiernos de los cuales formamos parte nos sentimos parte integrante del Foro Social Mundial, cuya primera edición se llevó a cabo en la ciudad de Porto Alegre, en aquel momento gobernada por el PT. Desde entonces, los gobiernos liderados por el Partido firmaron un compromiso y siempre han contribuido para el éxito del Foro Social Mundial.

El Foro frente a la crisis económica internacional

El Partido dos Trabalhadores contribuirá para que la presente edición del Foro Social Mundial sea capaz de producir, además de diagnósticos, alternativas de izquierda para la crisis, ayudando de este modo a construir el mundo postneoliberal que está emergiendo.

Anunciada hace algún tiempo, la crisis de la economía mundial ganó intensidad a fines de septiembre de 2008. Con su epicentro situado en la esfera financiera de la economía norteamericana, la crisis rápidamente se convirtió en una epidemia que contaminó a los demás países desarrollados. Originalmente localizada en la esfera de la especulación, la crisis afectó la economía real de todos los países capitalistas. A las quiebras de bancos y de otras instituciones financieras se agregaron – en función de la crisis de crédito – enormes dificultades para las empresas del sector productivo, que redujeron o interrumpieron sus actividades, generando repercusiones sociales, como el despido masivo de trabajadores y la cancelación de nuevas inversiones.

La desaceleración o, en varios casos, recesión, que afectó las economías desarrolladas y algunos nuevos polos industriales (como China), hacen derretir los precios de las commodities, transfiriendo hacia los países en desarrollo una parte de las pérdidas. La reducción del volumen y del valor de las exportaciones ha ocasionado un fuerte impacto en las balanzas comerciales y de pago de decenas de economías. Hay que añadir a esto la restricción del crédito, resultado de la erosión del sistema financiero. Ella compromete el comercio mundial, las inversiones productivas y muchos proyectos de desarrollo económico y social.

La evasión de capitales especulativos, que buscan un refugio más seguro, ha ocasionado enormes pérdidas en las Bolsas de Valores, sobre todo en los países en desarrollo, donde este hecho ha provocado cambios significativos en el área cambiaria, como los que afectan a Brasil.

El clima de nerviosismo – o de histeria – que afecta a los mercados financieros y golpea la economía real, hasta ahora no ha sido combatido de forma eficiente por los dirigentes de las principales economías del mundo. La mayoría de sus pronunciamientos e iniciativas no han sido capaces de revertir el actual cuadro. Si la solución pasa a depender solamente del metabolismo del mercado, éste demandará tiempo para digerir la crisis y ofrecer respuestas a fin de lograr una nueva estabilidad del sistema productivo mundial.

Las iniciativas tópicas tomadas por los líderes de las más importantes economías capitalistas están relacionadas con el fortalecimiento de la intervención del Estado para reorganizar el sistema. Esas medidas profundizan la crisis político-ideológica en el seno de la hegemonía conservadora de los últimos 25 años, y naturalmente, han sufrido resistencia por parte de los fundamentalistas del liberalismo económico. Todo ocurre como si hubiera caído “su muro de Berlín”.

Siempre es bueno recordar que la principal consecuencia de la crisis de 1929 fue la ascensión del fascismo y el nazismo, la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, la reorganización del capitalismo mundial.

El desenlace de la actual crisis económica dependerá en gran parte de la capacidad de respuesta, teórica y práctica, de las izquierdas. Más que diagnósticos genéricos, hay que reflexionar de forma objetiva sobre la dinámica y la extensión del problema y sobre las alternativas políticas que surgen, puesto que, como lo manifestó el presidente Lula en su reciente pronunciamiento en las Naciones Unidas, “llegó la hora de la política”.

En Brasil, las alternativas que el Gobierno Lula construye e implementa señalan un enfrentamiento progresista de la turbulencia internacional, en la medida que rechazan las propuestas conservadoras de la oposición (como el “corte de gastos” o “ajuste”); preservan las políticas sociales; dan continuidad al Plan de Aceleración del Crecimiento; y sugieren medidas para preservar y ampliar la generación de empleos, entre otras medidas de impacto.

El gobierno brasileño tiene una fuerte presencia en el escenario mundial, donde defiende reformas radicales y urgentes de los organismos económicos y financieros multilaterales.

Por fin, es importante resaltar que las consecuencias de la crisis económica, con sus efectos sociales y políticos, tendrán una decisiva incidencia en las elecciones de 2010 y en otros procesos sucesorios que se avecinan en América del Sur.

Los partidos de izquierda y los movimientos sociales vinculados a los trabajadores deben aprovechar el Foro Social Mundial de 2009 para realizar un amplio y cualificado debate sobre la crisis económica y, principalmente, sobre sus alternativas.

Contra las crisis, un desarrollo de nuevo tipo

La inteligencia reunida en este Foro Social Mundial debe ser capaz, entre otras cosas, de materializar alternativas que incorporen la sustentabilidad socioambiental a una nueva cultura del desarrollo.

La crisis económica se conjuga con la crisis mundial de alimentos y la crisis mundial de energía, que marcaron presencia a lo largo del primer semestre de 2008. Los impactos de la crisis económica no disuelven la crisis de los alimentos, ni tampoco la crisis de energía, sino que las agravan, si solamente se presentan soluciones que no ponen en tela de juicio los patrones de producción y consumo que las ocasionaron.

Las alternativas de izquierda para las crisis deben incorporar definitivamente la sustentabilidad socioambiental a la “cultura” del nuevo ciclo de desarrollo. Las fuerzas populares de todo el mundo deben afirmar el tema socioambiental como una dimensión insoslayable y definidora del modelo de desarrollo del siglo XXI.

El modelo de desarrollo hegemónico en la Amazonia brasileña, por ejemplo, tuvo en su historia un carácter depredador e inadecuado a su realidad socioambiental.

La lucha contra este modelo pasó por diversas fases y tuvo un sinnúmero de protagonistas, individuales y colectivos. Destacamos entre ellos la organización de los “pueblos de la floresta” y liderazgos como Wilson Pinheiro y Chico Mendes, ambos asesinados (en 1980 y 1988, respectivamente).

Durante los años 90, la lucha de los movimientos sociales, de las organizaciones ambientalistas, de la comunidad científica y de los partidos de izquierda fue reforzada por la conquista de importantes gobiernos en la región.

En 1992, el PT llega a la Alcaldía de Rio Branco (capital del estado de Acre). Em 1996, el PT conquista la Alcaldía de Belén, capital del estado de Pará, principal ciudad de la mayor región metropolitana de la Amazonía, gobierno reelecto en 2000. En 1998, conquista el gobierno del Estado de Acre, teniendo como principal bandera la “florestanía”, un concepto fruto de la elaboración de las luchas de los pueblos de la floresta y del ejercicio del derecho de ciudadanía por las clases populares, al recordar que Acre es un territorio recubierto en más del 90% por bosques. En 2004 el PT conquistó la Alcaldía de Porto Velho, capital de Rondonia, un Estado con fuertes contradicciones sociales, bajo la hegemonía de sectores conservadores, conquista confirmada en 2008. En 2006, el PT conquistó el gobierno del Estado de Pará, el más populoso y complejo estado de la amazonía, con la compañera Ana Júlia Carepa, dando un fin a doce años de hegemonía del PSDB/DEM. Este estado -cuya capital es sede del FSM- fue en 2006 el primer en muertes en el campo y hoy ostenta el título de estado con mayor reducción de la violencia asociada a conflictos relacionados a la tenencia de la tierra.

Sin embargo, la mayor victoria institucional se obtuvo en el 2002, con la elección de Lula para la Presidencia de la República.

El gobierno que empezó en enero de 2003 encontró una fuerte tendencia de expansión de la deforestación, que había aumentado un 18% del 2001 al 2002 y nuevamente un 18% del 2002 al 2003. Saltó de 18 mil para 25 mil kilómetros cuadrados, el segundo mayor índice histórico desde 1988.

Hasta entonces la cuestión era considerada como un problema ambiental, de competencia exclusiva del Ministerio de Medio Ambiente. El gobierno Lula empezó a tratar la deforestación como un problema complejo, cuyo enfrentamiento depende de la movilización de todos los sectores, con la coordinación política siendo ejercida por la propia Presidencia de la República. Así tuvo origen el Grupo de Trabajo Interministerial, compuesto por 13 ministros, para elaborar el Plan de Acción para la Prevención y el Control de la Deforestación en la Amazonia Legal (PPCDAM).

El nuevo concepto mostraba que la eliminación de la deforestación ilegal y la promoción del desarrollo sostenible de la Amazonia sólo se podrían alcanzar si se enfrentaban las causas estructurales de ese desafío. El programa contó con un presupuesto expresivo de 394 millones de reales para cuatro años, con 149 acciones estratégicas distribuidas en tres ejes: Monitoreo y Control Ambiental; Ordenamiento territorial y de propiedad de la tierra; Fomento al Uso Sostenible de la Floresta y Áreas Abiertas.

Incluso con las dificultades culturales y políticas de la actuación integrada y de un desafío de la magnitud de la Amazonia, fue posible obtener importantes avances a lo largo del trienio inicial del Plan.

Citamos, entre estos avances, la reducción (entre 2004 y 2007) en un 59% de la deforestación en la Amazonia. El área deforestada se redujo de 27 mil km2 para 11,2 mil km2. Los datos son del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales – INPE, divulgados en diciembre de 2007. Esos resultados son fruto de un conjunto de acciones articuladas por el Plan de Prevención y Control de las Deforestaciones en la Amazonia lanzado en el 2003.

Citamos también las siguientes acciones: creación de 24 millones de hectáreas de áreas protegidas; duplicación de las áreas de reservas para extracción (de 5 para 10 millones de hectáreas); homologación de 10 millones de hectáreas de tierras indígenas; anulación del registro de 37 mil propiedades ilegales; apoyo a los Estados para que realicen la Zonificación Ecológica y Económica; creación del Sistema DETER por satélite, disponible en la Internet para acceso público; realización de seminarios técnico-científicos anuales sobre la deforestación; aprehensión de 1 millón de metros cúbicos de madera ilegal; emisión de 4 mil millones de reales en multas; prisión de 750 personas, entre ellas 125 servidores del IBAMA (Instituto Brasileiro do Meio Ambiente); Decreto 6.321, que instituyó la moratoria en 36 municipios responsables por el 50% de la deforestación de la Amazonia; asignación de responsabilidad a la cadena productiva; resolución del Consejo Monetario Nacional para criterios de financiación; creación del Sistema Electrónico (DOF) para controlar el flujo de productos forestales en sustitución al sistema anterior (ATPF), altamente vulnerable a la corrupción; creación del Servicio Forestal Brasileño; creación del Plan BR-163 Sustentable; elaboración del Plan Amazonia Sustentable (PAS).

La regularización de la tenencia de la tierra de la región amazónica es condición indispensable para el desarrollo socialmente justo y ambientalmente sustentable. Ésta es una bandera que el Partido dos Trabalhadores seguirá manteniendo en el campo de las luchas sociales y al frente de los gobiernos que conquistó, tanto en ámbito federal como en la conducción de gobiernos estaduales, como en Pará y Acre. Es fundamental la vigilancia de los movimientos sociales y de los partidos de izquierda sobre eses procesos para que no resulten en un instrumento de concentración de tierras, de oportunidad para engordar a invasores ilegales u oportunidad para desnacionalizar el territorio (adquisición de áreas por empresas extranjeras).

La sociedad brasileña realizó a lo largo de 2007 hasta mayo de 2008 un proceso de movilización que involucró a más de cien mil personas en todos los Estados del país, para promover la III Conferencia Nacional del Medio Ambiente. Los temas de los cambios climáticos y de la formulación de soluciones para el problema del calentamiento global organizaron la agenda de los debates. El documento resultante de la III Conferencia del Medio Ambiente fue entregado al Presidente de la República como subsidio al Plan Nacional de Cambio del Clima, que se enviará al Congreso Nacional. Este proceso posiciona a Brasil en la vanguardia de la búsqueda de soluciones concretas para mitigar los impactos de los cambios del clima sobre las poblaciones más vulnerables y adaptar la sociedad a la nueva realidad que resultará de ellos.

De la misma forma, la iniciativa de crear el Fondo Amazonia, asociando los servicios ambientales generados por la floresta y por sus poblaciones al apoyo internacional y privado a las políticas públicas, inaugura una nueva etapa de los cambios políticos en curso en la región.

El PT, al lado de otros partidos de izquierda y de los movimientos rurales y urbanos de la Amazonia, ha intentado ser un instrumento de esta lucha por un nuevo modelo de desarrollo.

Por ello reafirmamos nuestro compromiso con la defensa de los derechos de los pueblos indígenas a sus territorios; con la defensa de la soberanía de Brasil en relación al patrimonio natural de la región Amazónica; con la protección de los recursos naturales en beneficio del desarrollo de la nación; con la formulación de políticas públicas que aseguren la ciudadanía a todos los pueblos amazónicos; con el fortalecimiento de los movimientos populares en defensa de las políticas socioambientales; con la creación de la Zonificación Ecológica Económica de la Amazonia como instrumento fundamental para agilizar el proceso de regularización de la tenencia de la tierra; con las políticas de combate a la explotación ilegal de la floresta amazónica; y con la elaboración de políticas de incentivo fiscal a empresas que desarrollen actividades forestales con responsabilidad socioambiental.

En líneas generales, se trata de:

a) redefinir el papel de la región amazónica en el nuevo ciclo de desarrollo, considerando las posibilidades concretas que puede jugar en la integración continental y superando la tradicional condición de proveedora de materias primas y energía;

b) diversificar el patrón de producción que prevaleció durante las últimas décadas, basado en el agronegocio, para incorporar las tecnologías adaptadas de las poblaciones tradicionales, indígenas, quilombolas (descendientes de esclavos fugados) y ribereñas, principales responsables por la conservación de la biodiversidad;

c) redefinir y reorientar la matriz de transporte de carga y de personas – que actualmente privilegia el modal vial, individual, de alto costo y ambientalmente insustentable – para expandir y consolidar un modelo intermodal (ferroviario, hidroviario, vial) realizando el inmenso potencial que el país abriga y obteniendo de él los beneficios económicos y ambientales correspondientes.

Desafíos amazónicos

Es de dominio público que la actividad económica que más ocupa tierra en Brasil es la ganadería. 172,3 millones de hectáreas se utilizan con pasto en comparación con 76,7 millones cultivados para la agricultura (IBGE). También se reconoce que Brasil era el quinto exportador de carne vacuna del mundo en el 2000, con 455 millones de toneladas, y cinco años después se convirtió en el primero exportador con 1,6 millones de toneladas (IBGE). Y, por último, pero no menos significativo, tenemos un dato fundamental: actualmente, más de una tercera parte del rebaño vacuno nacional está en la Amazonia, y los tres municipios con los mayores rebaños están en la región: Corumbá (MS), San José do Xingu (PA) y Ribas do Rio Pardo (MS).

Otro elemento que hay que considerar – por su relevancia – en el análisis de la expansión del agronegocio y sus impactos sobre el bioma amazónico es la evolución del área plantada de soja. Sólo en la Región Norte de Brasil el área se multiplicó por cinco: pasó de 106 mil hectáreas en 2001 para 518 mil hectáreas en 2006.

Estos datos nos indican que hay que invertir, en estrecha colaboración con estados y municipios, en una rigurosa política a mediano y largo plazo de Zonificación Ecológico-Económica – ZEE; bien como en una política inmediata e intensiva de recuperación de áreas degradadas de pastos, incentivando iniciativas de investigación para mejorar la productividad del rebaño, como forma de aliviar la presión por la apertura de nuevas áreas en el Cerrado y la Amazonia.

Este cuadro esbozado a partir de datos que involucran la inversión en dos commodities claves en la pauta del consumo interno y de las exportaciones brasileñas refleja el carácter de urgencia que la pauta medioambiental incorpora al instalarse en el centro de la agenda del nuevo ciclo de desarrollo de Brasil.

¿Cómo la Amazonia brasileña se incorporará al nuevo ciclo de desarrollo? ¿Brasil atribuirá a la región, en el siglo XXI, el mismo papel que le fue asignado desde que los portugueses establecieron las bases del fuerte de Santa Maria de Belém do Grão Pará, es decir, el papel de proveedora de mano de obra, energía y materias primas para el desarrollo de las demás regiones?

No podemos repetir la misma perspectiva de los ciclos de desarrollo anteriores. Aquella perspectiva reduce el horizonte histórico a lo sumo a los límites de una generación, y hace mezquino el debate, porque lo trata dentro de los estrechos límites dictados por la lógica de la ganancia inmediata, que preside la acción del mercado. Está encadenada al presente. No se responsabiliza por los brasileños/as que vendrán y por los hijos/as de los que vendrán. Y no contribuye para formular alternativas sustentables que protejan las poblaciones más vulnerables del país de los dramáticos fenómenos climáticos y de otra naturaleza que resultan de la actividad económica sobre el medio ambiente.

Tampoco podemos ignorar la dimensión continental de la región amazónica. Para responder adecuadamente a este tema de fondo es necesario realizar una acción coordinada y urgente en tres frentes: implementar la Zonificación Ecológico- Económica (ZEE) por medio de una acción coordinada con estados y municipios, con plazos y responsabilidades definidas entre los entes federados; agilizar y controlar con más rigor los proceso de licenciamiento ambiental – tenemos legislación vigente para alcanzar ese objetivo; concluir en el Congreso Nacional la tramitación del proyecto que reglamenta el art. 23 de la Constitución Federal.

Brasil reúne actualmente las condiciones económicas, sociales, políticas y tecnológicas para incorporar el potencial hidroviario de la orilla derecha del Amazonas – respetada, naturalmente, la necesidad indiscutible de reducir al mínimo los impactos ambientales. Los ciclos económicos que garantizaron las altas tasas del crecimiento brasileño durante el siglo XX nos impusieron una matriz de transporte de alto costo, insegura y ambientalmente insustentable. Brasil se convirtió en un caso único en el mundo de un país que destruyó una gran parte de su red ferroviaria, una inversión de muchas generaciones. Hoy día el Estado brasileño vuelve a invertir en la reconstrucción y ampliación de esa infraestructura indispensable para cualquier nación desarrollada.

En el horizonte definido para las obras del Plan de Aceleración del Crecimiento – PAC, la conclusión de las Esclusas de Tucuruí, Estreito y Lageado, en el Río Tocantins y la incorporación de las obras de las Esclusas en la construcción de las Hidroeléctricas previstas para los afluentes de la orilla derecha del Amazonas permitirán que Brasil reoriente el flujo de cargas – una producción actualmente estimada en 20 millones de toneladas de granos – recogidas en el centro-oeste y transportadas a través de los puertos de Belém e Itaqui. Hoy día esa carga se desplaza de la región productora por cerca de 2 mil km de carreteras hasta los puertos de Santos y Paranaguá, es decir, en el sentido opuesto al de los mercados consumidores del hemisferio norte.

Desde 2003, el gobierno del Presidente Lula liberó los impulsos de una economía que se encontraban represados hace veinte años. Recuperó, aunque parcialmente, la capacidad inductora del Estado en el proceso de desarrollo. Desencadenó un conjunto de iniciativas políticas, sociales y económicas que se conjugaron en el sentido de afirmar el nuevo ciclo del que somos testigos.

El examen histórico de los ciclos de desarrollo que caracterizaron la expansión de la economía brasileña durante el siglo XX revela que ellos fueron marcados por algunos rasgos constantes: fueron autoritarios – crecimos bajo dictaduras; fueron concentradores de ingresos: generamos una fractura social inaceptable entre ricos y pobres en el país; fueron inflacionarios; revelaron escasa o nula sensibilidad para la utilización sustentable de los recursos naturales; y no tuvieron en cuenta un proyecto continental de desarrollo.

Por ello tenemos frente a nosotros los desafíos de crecer, consolidando y ampliando las conquistas democráticas de los últimos treinta años; crecer sin inflación y con distribución de los ingresos, para retirar Brasil de la vergonzosa condición de ser una de las sociedades más desiguales del mundo; crecer incorporando la dimensión de la sustentabilidad socioambiental a la cultura del desarrollo de Brasil; y crecer de manera integrada con los demás países de la región. Teniendo como horizonte histórico y estratégico construir una sociedad de nuevo tipo, el socialismo.


Enero 2009

Partido dos Trabalhadores