Periscopio Internacional 25 – Una mirada sobre Brasil
En julio empieza oficialmente la campaña electoral municipal en los más de 5.500 municipios brasileños.
En la mayoría de los casos, las candidaturas, listas de concejales y alianzas partidarias tendrán motivaciones e implicaciones locales o a lo sumo regionales.
Ya en las grandes ciudades, lo local y lo regional también van a ser nacionales; y el resultado de las elecciones de octubre de 2008 conformará la correlación de fuerzas de la pre campaña presidencial de 2010.
En julio empieza oficialmente la campaña electoral municipal en los más de 5.500 municipios brasileños.
En la mayoría de los casos, las candidaturas, listas de concejales y alianzas partidarias tendrán motivaciones e implicaciones locales o a lo sumo regionales.
Ya en las grandes ciudades, lo local y lo regional también van a ser nacionales; y el resultado de las elecciones de octubre de 2008 conformará la correlación de fuerzas de la pre campaña presidencial de 2010.
En este sentido, es importante estudiar qué es lo que pasa en los 79 principales municipios brasileños, ahí incluidas las 26 capitales de estado y 53 otras ciudades con más de 200 mil electores.
En dichas ciudades, quién saldrá más fortalecido: ¿el gobierno o la oposición? Y dentro de las fuerzas gubernistas, ¿quién será el más fortalecido?
El PT es el partido que más lanza candidatos a alcalde en las grandes ciudades (57). El PMDB está en segundo lugar (43), prácticamente empatado con el PSDB (42). Los demás partidos se encuentran en la siguiente posición: DEM, 26 candidatos; PDT, 25 candidatos; PTB, 23 candidatos; PSB, 17 candidatos; PCdoB, 15 candidatos; PP, 14 candidatos; PPS, 11 candidatos; PR, 9 candidatos.
En otras palabras: en las 79 principales ciudades, los partidos gubernistas lanzaron 213 candidatos, contra 79 candidaturas de los partidos oposicionistas. Aunque el número de candidatos no implique que se obtendrá una victoria, es posible arriesgar que los partidos de la base del gobierno serán los vencedores en las 79 principales
ciudades (y muy probablemente en los más de 5.500 municipios brasileños).
Pero ello no necesariamente significa que estos candidatos, así como sus partidos, apoyarán a un mismo y único candidato a la presidencia de la República, tanto en la primera como en la segunda vuelta de las elecciones de 2010.
Por otra parte, si las elecciones municipales indican algo, es la posibilidad de que en las elecciones presidenciales de 2010 se presenten muchas candidaturas, incluso en la base gubernista.
Esto se pone de manifiesto en São Paulo, donde hay partidos de la base de apoyo al gobierno Lula que apoyan a tres principales candidaturas: el PMDB apoya a Kassab, el PTB apoya a Alckmin y los partidos de izquierda apoyan a Marta Suplicy.
Este hecho también aparece claramente en Rio de Janeiro, donde el PMDB apoya a Paes, el PR está con Crivella, parte de la izquierda apoya a Jandira Feghali y el PT posee candidatura propia. Dentro de las fuerzas gubernistas la tendencia es que el PMDB y el PT elijan el mayor número de alcaldes. En los pequeños y medianos municipios, la ventaja es del PMDB. Ya en las 79 principales ciudades, el PT tiende a obtener el mejor resultado.
Como ya se dijo, el PT es el Partido que más lanzó candidatos a alcaldes en las grandes ciudades, aunque en menor número que en las últimas elecciones municipales.
En 2004, el PT lanzó 65 candidaturas a alcalde en las capitales y en los municipios con 2ª vuelta y apoyó a 14 candidaturas de otros partidos. En 2008, el PT lanzó 57 candidaturas a alcalde y está apoyando a 22 candidaturas de otros partidos.
Aunque lanzó un gran número de candidaturas, el PT ha establecido más alianzas en 2008 que en 2004. En aquel entonces el PT no apoyó el PMDB en ninguno de los principales municipios. Este ano está apoyando candidaturas del PMDB en 6 grandes ciudades. Lo mismo ocurre con el Partido Socialista (5 apoyos en 2008 contra 2 apoyos en 2004); con el PDT (4 apoyos en 2008, contra 2 apoyos en
2004); con el PCdoB (3 apoyos este ano, contra 2 apoyos en la elección anterior). En el caso del PTB no hubo alteración (1,1). En el caso del PPS (4,1) y del PR (3,0), hubo reducción en el apoyo.
Vale decir que en las 22 ciudades en que apoya candidatos a alcalde de otro partido, en 16 casos el PT participa en la lista para postular el cargo de vice-alcalde.
Este es el caso de Aracaju, Olinda y São Luis, donde el PT apoya candidatos a alcalde del PCdoB. Se trata del caso de Campinas, Campos, Guarujá y Serra, donde apoya candidatos a alcalde del PDT. Es el caso de São João de Meriti, donde apoya un candidato a alcalde del PHS. También es el caso de Ananindeua, Baurú, Campina Grande, Duque de Caxias, Goiânia y Uberaba, donde apoya candidatos del PMDB. Es el caso de Montes Claros, donde apoya un candidato del PPS. Es lo que sucede en Boa Vista, João Pessoa, São Vicente, Belo Horizonte y Uberlândia, donde apoya candidatos del Partido Socialista Brasileño. Es el caso de Aparecida de Goiânia, donde apoya un candidato del PTB. Y, por fin, es el caso de Cuiabá, donde postula el cargo de vice-alcalde de un candidato del PR.
Viéndolo desde otro punto de vista: el PCdoB es el partido que más apoya el PT (38 municipios). El segundo es el PSB (27). Después vienen el PR (20), el PDT (18), el PP (12), el PMDB (10), el PPS (9), el PTB (9), el DEM (5).
En las 79 mayores ciudades brasileñas, el PSDB no apoya ninguna candidatura a alcalde del PT. La recíproca es verdadera, lo que confirma que ambos partidos representan los polos opuestos en la política brasileña.
Escenarios y tendencias
Una encuesta de opinión pública realizada en junio muestra un ambiente político favorable al gobierno y al Partido dos Trabalhadores.
Según esta encuesta, el 67% de los brasileños está satisfecho con Brasil; 63% considera que el país mejoró los últimos dos años; un 58% cree que Brasil va a mejorar todavía más los próximos dos años.
Un 84% evalúa de modo positivo el desempeño del presidente Lula. Para un 34%, la principal realización del gobierno Lula es la implantación de programas sociales y para un 20% es la política económica.
El PT es el partido más recordado por el 36% del electorado. Para 63% del electorado, el PT ayuda Brasil a crecer.
El PT posee un 25% de la preferencia partidaria, seguido del PMDB con 7%, PSDB con 6% y del DEM con 2%.
Sin embargo, el dato más importante de la encuesta es que la mayor parte de los entrevistados logra señalar los puntos positivos del gobierno Lula. Pero la mayor parte no consigue recordar de modo espontáneo, nada de negativo.
En función de ello, la principal preocupación de la derecha es construir una agenda negativa. El primer intento fue con el tema de la ética, en el que no logró éxito. El segundo tiene que ver con los impuestos. Pero el tercero y más peligroso intento está relacionado con la inflación.
Todos los grandes diarios están repitiendo y golpeando la misma tecla: la vuelta del dragón de la inflación, relacionándolo con los gastos supuestamente excesivos del gobierno Lula. La táctica es clara: responsabilizar el gobierno y, por otra parte, reducir las inversiones sociales y productivas que están en la base de la popularidad de Lula y del PT.
Como ya lo recordamos en el Periscopio de junio, esto nos remite a un doble debate: el de la política y el de la política económica. Ambos deben dar cuenta de un país que sigue sendo, según el IPEA, uno de los más desiguales del mundo.
En 2003, los ingresos promedios del 10% de la población que gana salarios más altos eran de R$ 4.620,00 y aumentaron para RS 4.850,00 en 2007.
El 10% de los trabajadores más pobres que ganaba menos, pasaron de R$ 169 para R$ 206 en promedio, por mes, en 2007.
La desigualdad entre los asalariados, por lo tanto, se redujo de 27,3 para 23,5 entre los salarios más altos y los más bajos.
Sin embargo, la desigualdad social general no se mide solamente por los salarios. Hay que tener en cuenta el conjunto de la riqueza. En la década de 1960, el trabajo y el capital recibían cada uno el 50% de lo que se producía. En 2003, el trabajo se quedó solamente con un 39,8 % y el capital con 60,2%. En 2007, al trabajo le tocó 39,1% y al capital, 60,9%.
Cambiar esta situación es uno de los desafíos estratégicos de la izquierda brasileña.