Elecciones: polarización programática
A seis meses de las elecciones, el escenario político en Brasil empieza a definirse. Hay una clara polarización entre dos bloques de fuerzas políticas y sociales; uno de ellos es encabezado por el Partido dos Trabalhadores (PT) y el otro es liderado por el Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB).
Hay que ver la situación brasileña en el contexto latinoamericano. Desde 1999, partidos de izquierda y progresistas vencieron las elecciones presidenciales en Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia y Chile.
Fuerzas contrarias al neoliberalismo tienen fuertes posibilidades de victoria en varios otros países del continente, como Perú, Nicaragua y Venezuela. La elección presidencial brasileña, que tendrá un enorme impacto en el contexto latinoamericano, se llevará a cabo los días 1 de octubre (primera vuelta) y 29 de octubre (segunda vuelta) de 2006.
Conviene recordar que la elección del 2006 es para presidente, Congreso Nacional (1/3 del Senado y toda la Cámara de Diputados), gobiernos estaduales y asambleas legislativas estaduales.
A seis meses de las elecciones, el escenario político en Brasil empieza a definirse. Hay una clara polarización entre dos bloques de fuerzas políticas y sociales; uno de ellos es encabezado por el Partido dos Trabalhadores (PT) y el otro es liderado por el Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB). El PT tendrá como candidato a la reelección el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El PSDB, que ocupó el gobierno federal de 1995 a 2002, con Fernando Henrique Cardoso, tendrá como candidato a presidente Geraldo Alckmin, actual gobernador del estado de São Paulo, cuyo presupuesto es el segundo mayor de Brasil. El estado de São Paulo, con 40 millones de habitantes, responde por el 21% de la población del país y por 34% del Producto Bruto Interno (PBI).
Sin embargo, el panorama de la sucesión presidencial sólo será completo cuando el Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB) y el Partido da Frente Liberal (PFL) definan si tendrán candidatura propia, si apoyarán alguna de las candidaturas ya definidas o si no tendrán candidato a la presidencia.
En la decisión de estos partidos, además de las preferencias programáticas en lo que se refiere a la disputa presidencial, también pesará la opción que resultará en mejor desempeño en las elecciones estaduales.
Si el PMDB y el PFL no lanzan candidatos a la presidencia aumentará la polarización entre el PT y el PSDB. La elección tenderá a resolverse en la primera vuelta.
Hacia fines de abril de 2006, el Partido dos Trabalhadores realiza su 13º Encuentro Nacional, para debatir el programa, la táctica y la política de alianzas partidarias. “La elección presidencial del 2006 ocurrirá en un contexto totalmente distinto de los años 1989, 1994, 1998 y 2002. El PT disputará las próximas elecciones ya no como oposición, sino como el partido que encabeza la coalición de fuerzas políticas que actualmente gobierna Brasil”, señala documento preliminar de una comisión indicada por la dirección nacional del Partido.
Encuesta del Instituto Datafolha, divulgada el 19 de marzo, después que el PSDB definió que Alckmin será su candidato, revela que el presidente Lula lidera la disputa a la presidencia de la República con la preferencia de 42% del electorado, mientras que el candidato de la socialdemocracia ocupa el segundo puesto, con 23% de las intenciones de votos. Hay que tener en cuenta que tales resultados se obtuvieron en una encuesta en la que el ex gobernador de Rio de Janeiro, Anthony Garotinho, era considerado como candidato del Partido do Movimento Democrático Brasileiro (PMDB).
Esta encuesta revela que el presidente Lula mantiene el apoyo de sectores populares y recupera el apoyo de sectores medios, mostrando que los ataques movidos por la derecha contra el PT y el gobierno Lula, ataques cuyo apogeo ocurrió entre octubre de 2004 y octubre de 2005, ocasionaron desgastes, pero no fueron fatales.
En las elecciones municipales que ocurrieron en el 2004, la oposición conquistó ciudades importantes como São Paulo, Rio de Janeiro, Porto Alegre, Goiania Y Belém. Algunas de ellas habían sido administradas por el PT durante varias gestiones, como Porto Alegre, en el estado de Rio Grande do Sul.
Al inicio de 2005, la oposición impuso otra derrota al gobierno, en la elección del presidente de la Cámara de Disputados. En marzo la derecha, anclada en algunos medios de comunicación, deflagró una ofensiva de ataques, que redundaron en la creación de tres Comisiones Parlamentarias de Investigación (CPIs) para investigar supuestas irregularidades en el gobierno Lula. Sectores de la oposición hablan abiertamente en extinguir el partido y promover el impedimiento de Lula.
Confiando que el desgaste ocasionado al PT y al gobierno Lula sería irreversible, la oposición trabajaba con el escenario de victoria fácil de una alianza de centroderecha, neoliberal, en las elecciones del 2006. Ante esta perspectiva promisoria, tuvo inicio una disputa en el interior del PSDB, para definir quién sería el candidato a la presidencia de la República. De un lado estaba José Serra, del otro, Geraldo Alckmin.
Pero los planes de la oposición no tuvieron en cuenta la reacción del PT y de sus aliados en por lo menos dos importantes momentos. El primero de ellos fue el proceso de Elecciones Directas de las direcciones partidarias (PED) en septiembre de 2005, cuando 315 mil afiliados comparecieron para votar en la elección de la nueva dirección del PT. Más tarde, en noviembre, el gobierno retomó control de la pauta de la Cámara de los Diputados por medio de la elección del diputado federal Aldo Rebelo, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB) para la presidencia de aquella casa legislativa.
La recuperación del PT y del gobierno Lula sorprendió al PSDB, que enfrentaba una dura disputa interna entre el gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin, y el alcalde de la capital de São Paulo, José Serra. Esta batalla expuso las entrañas de los “tucanes”, como son llamados los partidarios del PSDB, porque el símbolo de la sigla es un ave brasileña que tiene este nombre. Los tucanes ya gobernaron el país durante ocho años, con Fernando Henrique Cardoso en la presidencia. Actualmente poseen la tercera mayor bancada en el Congreso Nacional y administran siete de los 27 estados del país. Entre ellos, Minas Gerais y São Paulo, los dos mayores estados brasileños.
Creado en 1988 por disidentes del PMDB, el PSDB defendía en sus documentos fundacionales el desarrollo de un proyecto socialdemócrata para Brasil. Sin embargo, lo que se vio durante su gestión en el gobierno federal fue la implantación del ideario neoliberal, marcado por la privatización del patrimonio público, reducción de inversiones en las áreas sociales y subordinación de Brasil a los intereses norteamericanos. Derrotado en 2002, el PSDB es la principal fuerza de oposición al gobierno Lula.
Para el PT, según resolución aprobada en la reunión del Directorio Nacional realizada en marzo, “sea cual sea el candidato presidencial elegido por el PSDB, el programa de la oposición de derecha sería el mismo: retomada de la agenda neoliberal y reaccionaria, supresión de los derechos sociales y constitucionales, privatizaciones y represión a los movimientos sociales, sumisión de Brasil a los intereses de Estados Unidos”.
Lo que revela la elección del PSDB, según el documento petista, “es que su opción conservadora será presentada sin disfraces. Geraldo Alckmin, el candidato preferido por las elites, tiene un discurso altamente conservador y reaccionario, al cual el PT opondrá la defensa de los intereses democráticos, populares y nacionales”.
Dos días después del anuncio de su candidatura, en un congreso de empresarios, Alckmin declaró que “la patria son las familias, la religión, las costumbres, la tradición”. La revista Época reveló la estrecha conexión de Alckmin con la prelacía católica ultraconservadora Opus Dei.
Alckmin, que se declara un administrador, pragmático, de mucha acción y poca retórica, es apoyado por economistas del PSDB, que predican la necesidad de un “choque de capitalismo” en el país, supuestamente para poner en práctica los principios de la eficiencia y del combate al desperdicio del Estado, mediante el ajuste de las cuentas públicas. En el ámbito internacional, una eventual elección de Alckmin puede marcar la reversión del ciclo de victorias de las fuerzas de izquierda y progresistas en América Latina y la retomada del Área de Libre Comercio de las Américas (Alca).
En recientes entrevistas, el candidato Alckmin ha insinuado la reducción de fondos para las áreas de salud y educación, la adopción de la política del déficit nominal cero, una amplia reforma laboral y la vuelta de las privatizaciones.
Todo ello es coherente con 12 años de la administración del PSDB al frente del gobierno del estado de São Paulo. Según datos de la bancada del PT en la Asamblea Legislativa de São Paulo, de 1998 a 2004 se dejaron de aplicar R$ 1,5 mil millones en el área de la salud y R$ 4 mil millones en el área de la educación. Es decir, en el área social el gobierno estadual del PSDB dejó de invertir correctamente los recursos, sin respetar las vinculaciones presupuestarias determinadas por la Constitución. Así como en la administración de Fernando Henrique Cardoso, la venta del patrimonio público y las subcontrataciones de los servicios también son marcas de la gestión “alckmista”.
Para no tener que rendir cuentas, analistas políticos creen que Alckmin intentará distanciarse de Cardoso, cuyo gobierno neoliberal es un recuerdo todavía reciente en la población brasileña.
Por otra parte, Alckmin tendrá que enfrentar su mayor dificultad: tornarse popular, ya que es poco conocido en los demás estados del país. Y asegurar el apoyo del PFL, sigla conservadora que abriga uno de los sectores más atrasados de la política nacional, la oligarquía coronelista, que ofreció sustentación política durante los gobiernos de José Sarney, Fernando Collor y Fernando Henrique Cardoso. Los principales exponentes del PFL son el presidente nacional del partido, el senador Jorge Bornhausen, y el ex gobernador de Bahia, el senador Antonio Carlos Magalhães.
Aliado desde la primera hora, para negociar en mejores condiciones con el PSDB, el PFL afirmó que tendría candidato propio a la presidencia de la República, a fin de asegurar la vicepresidencia en la lista de Alckmin y definir apoyos en los estados en los que el partido posee candidatos a gobernador. El PFL exigirá y valorizará cada concesión, pero al final es probable que apoye a los “tucanes”.
Según el sociólogo Emir Sader, la elección de Alckmin no podría ser mejor para el PT: “un candidato opositor con poca proyección popular, que obliga la campaña lulista a diferenciarse por la izquierda – todo lo que el partido necesita para proponer el rescate de lo social en el segundo mandato presidencial”. Aunque la campaña no sea fácil, lo más probable es la victoria de Lula.
Batalla en el PMDB
Aunque pertenezca a la base aliada del gobierno Lula, en el interior del PMDB hay un ala oposicionista que defiende una candidatura propia y busca un espacio al centro, entre las candidaturas del PT y del PSDB, presentándose como una posibilidad de “tercera vía”.
El ala gubernista, encabezada por el presidente del Senado, Renan Calheiros, y por el senador José Sarney, ha luchado en la justicia para impedir la elección del candidato del PMDB. Los senadores defienden que el partido no presente una candidatura propia, entre otros motivos, para tener más libertad en las coligaciones estaduales.
Por la regla de la verticalización, aprobada por la Justicia, los partidos no se pueden coligar en los estados con partidos adversarios en la disputa a la Presidencia de la República. Ello significa que sólo las siglas que no participen en la elección presidencial tendrán libertad para hacer distintas alianzas en los estados, según las conveniencias locales.
Si lanza un candidato propio, el PMDB tendrá problemas en los estados. Por ejemplo, no podría hacer alianzas estaduales con el PT y el PSDB, que tendrán candidatos a la presidencia. Si no presenta candidato, podrá recibir apoyo informal de estos partidos y de otros, como también dejará el grupo gubernista a sus anchas para apoyar la reelección del presidente Lula.
Lo que está en disputa, según los gubernistas del PMDB, es elegir gobernadores o tratar de llegar a la Presidencia de la República. En las dos veces en las que el PMDB tuvo candidato propio, fue un desastre. Contra Collor, en 1989, Ulysses Guimarães tuvo 3% de los votos. Contra Fernando Henrique Cardoso, en 1994, Quércia obtuvo 4,38% de los votos. En la reelección de Cardoso, en 1998, el partido no lanzó candidato. En la última elección, en 2002, se coligó con el PSDB y perdió junto con Serra para el presidente Lula.
La estrategia de algunos gubernistas es mostrar que es mejor elegir muchos gobernadores, diputados y senadores para poder negociar el poder con el nuevo presidente de la República. Actualmente el PMDB posee la mayor bancada del Congreso, con 82 diputados federales y 21 senadores, y gobierna nueve estados del país.
Intento de desgaste
Una variable que incidirá en la campaña presidencial es la utilización electoral de los resultados de las Comisiones Parlamentarias de Investigación (CPIs).
Hasta el momento sólo una de las tres comisiones creadas el año pasado, la de la Compra de Votos, se concluyó. Sin embargo, no aprobó ningún informe. Todavía restan la CPI de los Bingos y la de los Correos.
La CPI de los Bingos se convirtió en instrumento para tratar de desestabilizar el gobierno Lula. El mes de marzo de 2006, el PT denunció la inconstitucionalidad de esta CPI y buscó en el Supremo Tribunal Federal el restablecimiento del hecho determinado, motivo por el cual la CPI se instaló. El STF aprobó la denuncia. Según Nelson Breve, en reportaje en la Agencia Carta Maior, “el Ministerio Público ha sido omiso, ya que por lo menos tiene competencia para discutir el incumplimiento del precepto fundamental – dispositivo constitucional creado para ‘evitar o reparar lesión a precepto fundamental resultante de acto del Poder Público’. No es posible aceptar una CPI del Senado que investigue todo y a todos por tiempo indeterminado, como viene ocurriendo”.
Frente a la acción de la oposición en las CPIs, el PT ha defendido “la verificación rigurosa de todas las denuncias sobre fondos ilegales relativos a las compañías estatales, incluso en lo que se refiere a la “Lista de Furnas”, supuesto esquema de corrupción organizado en aquella estatal por el PSDB y el PFL, en la cual constarían los nombres de Geraldo Alckmin, José Serra, del presidente nacional del PFL, Jorge Bornhauser, del diputado federal del PFL, Antonio Carlos Magalhães Neto, entre otros”. Ellos son los principales nombres de los partidos de oposición.
La resolución aprobada durante la última reunión del Directorio Nacional del PT también defiende la “inmediata instalación de la CPI de las Privatizaciones, que debe desencadenar una profunda investigación sobre el proceso realizado en el periodo en que la oposición gobernó Brasil, profundizando el conocimiento de la sociedad sobre la naturaleza dañina de este proyecto y la marca antiética de su actuación sobre el Estado brasileño”.