El resultado de las elecciones para diputados y senadores en Italia reveló la división política del país.

El resultado de las elecciones para diputados y senadores en Italia reveló la división política del país. La disputa ocurrió entre dos bloques de partidos: la coalición de centroderecha, “Casa de las Libertades”, liderada por el primer ministro Silvio Berlusconi, y la coalición de centroizquierda “Unión”, encabezada por el ex primer ministro Romano Prodi, que venció por una pequeña diferencia de 25 mil votos (0,1%) depositados en territorio italiano.

Este pequeño margen fue sorprendente si se tiene en cuenta el apoyo institucional que Prodi tenía en la opinión pública europea, así como en la clase media y empresarios italianos. El malo desempeño de la economía italiana, la participación italiana en la ocupación de Irak y el autoritarismo de Berlusconi lo presentaban a Prodi como el candidato del sentido común.

Sin embargo, Prodi sólo tendrá mayoría en las dos casas legislativas debido a la reforma electoral promovida por el gobierno que sale y que alteró el criterio para asegurar mayoría más amplia – por lo menos 340 escaños – en la Cámara de Diputados para el partido más votado, aunque no alcance el 50% + 1 de los votos, y permitió que los italianos residentes en el exterior también votaran por primera vez. La expectativa, en este caso, era que estos adoptaran una postura más conservadora, lo que no se reveló verdadero. Sin duda esta reforma pretendía beneficiar a la derecha durante las elecciones, pero ello no sucedió.

La composición de la Cámara de Diputados le dio 348 diputados a Prodi y 281 a Berlusconi, y en el Senado hay 158 y 156 senadores para cada bloque, respectivamente. Los votos de los italianos residentes en el exterior dieron la mayoría a la coalición de Prodi en el Senado, ya que entre los cinco senadores que podían ser elegidos por el exterior, la “Unión” eligió a cuatro.

Llamó la atención la virulencia y la falta de escrúpulos de la campaña de Berlusconi. Abusó del hecho de poseer la mayor red de comunicaciones de Italia y la utilizó en su favor, muchas veces desobedeciendo a la ley. En vísperas de las elecciones concedió una entrevista a uno de sus propios canales de televisión, lo que es ilegal, ya que habría que dar la misma oportunidad al otro candidato.

Se utilizó lenguaje inadecuado para referirse a las personas que votaban en la oposición y para atacar la presencia del Partido de la “Refundazione Comunista” en la coalición de Prodi. Se llegó a decir que los comunistas chinos en la época de Mao Tse Tung “cocinaban bebes para producir abono”. El último acto fue clasificar las elecciones de fraudulentas y pedir que se recontaran los votos, como si el propio gobierno no la controlara. Se recontaron los votos y el resultado fue confirmado.

Este fue el argumento formal para que los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido no se manifestaran sobre el resultado los primeros días después de las elecciones. El probable motivo de ello es que Prodi ya había anunciado que una de sus primeras medidas sería retirar los cerca de 3.000 soldados italianos que actualmente se encuentran en Irak, lo que no significa que haga un gobierno progresista en lo que concierne a la economía, ya que el crecimiento del PBI italiano fue bajo y los índices del déficit presupuestario y de la deuda pública son superiores a lo que es exigido por los acuerdos de la Unión Europea.

Cualquier similitud con la campaña electoral de este año que, por otra parte, todavía no empezó oficialmente, no es mera coincidencia. Esta agresiva postura de la derecha no ocurre solamente en Italia. Las elecciones gubernamentales se han vuelto cada vez más ideológicas entre la derecha y el campo de centroizquierda, aunque este último tenga programas moderados.

En reciente visita a Brasil, la presidenta de Finlandia, Tarja Jalonen, elegida recientemente para cumplir más un mandato, comentó que inició la campaña electoral con suficiente popularidad como para vencer en la primera vuelta, pero sólo venció en la segunda porque los ataques del principal candidato de la derecha fueron muy intensos y se destinaron incluso a su vida personal, además de recibir la acusación de ser comunista/socialista. Según ella, la campaña electoral en la vecina Suecia sigue la misma línea.

Por lo tanto, lo que vemos en Brasil con todo el movimiento de la derecha y de las elites contra el PT y el gobierno Lula no es un hecho aislado y relacionado exclusivamente con la coyuntura brasileña. Aparentemente, el neoliberalismo trata de retomar su agenda política y económica más ortodoxa.