La popularidad del presidente Bush está en baja y llega solamente al 30% de apoyo en la población. Los motivos son los siguientes: la guerra en Irak y las denuncias de corrupción que implican miembros de su Partido Republicano en el gobierno y en el congreso.

Recientemente se descubrió otro caso. El año pasado la prensa se enteró que Valerie Plame, esposa del embajador Joseph C. Wilson, era agente de la CIA. Se descubrió posteriormente que el autor de la denuncia fue un asesor del vicepresidente Dick Cheney, Lewis Lobby. Se trató de una retaliación a Wilson porque elaboró un informe en que negaba que Níger suministraba uranio a Sadam Hussein para producir armas de destrucción masiva, acabando con la justificación de Bush para atacar Irak.

En sus declaraciones al cuerpo de jurados, Lobby informó que Bush lo orientó al vicepresidente a difundir la información. De acuerdo con la ley norteamericana, es ilegal que empleados del gobierno revelen el nombre de espías. En una situación normal, cabría una acción de impedimiento. Sin embargo, la ley también permite que el presidente libere informaciones secretas al público (Lea más en www.gregpalast.com y www.rollingstone.com).

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