Vivir para luchar
“Todo esto que te estoy diciendo ocurrió hasta los 7 años, todo antes de tomar el pau-de-arara para venir a San Pablo.”
Lula: vivir para luchar
Por Luis Esnal (Corresponsal en Brasil)
La vida de Luiz Inácio Lula da Silva es la parábola de un hombre de origen humilde capaz de fundar un sindicato y un partido, y de alcanzar la presidencia de Brasil. El libro que acaba de publicar El Ateneo recoge su testimonio, el de sus hermanos y su mujer. Aquí se ofrecen pasajes del texto y una entrevista a la autora
Nacer en el seno de una familia pobre del paupérrimo nordeste brasileño -aquel que inmortalizó Joao Guimaraes Rosa en su novela Gran sertón: Veredas – no es el mejor preámbulo para llegar a la presidencia del país. Ni siquiera en Brasil, tierra de enormes contrastes sociales, étnicos y culturales. O, mejor dicho, sobre todo en Brasil, donde el establishment político y económico suele ser refractario, al igual que en el resto de los países de la región, al ingreso de nuevos actores capaces de poner en cuestión las reglas de juego.
Luiz Inácio Lula da Silva no sólo accedió a la presidencia de Brasil desde su origen humilde; supo hacerlo con una educación formal limitada, una inteligencia infrecuente y un coraje admirable.
Ingresó en la actividad sindical pasados los 20 años, pero rápidamente se convirtió en líder. Logró fundar una nueva central de trabajadores; y, más tarde, una agrupación política, el Partido de los Trabajadores (PT), al frente de la cual, y tras ser derrotado en varias elecciones, alcanzó la presidencia de la nación a comienzos de este año, constituyéndose en el primer presidente de origen obrero de su país y uno de los pocos de la historia de Occidente.
Hace unos años, la investigadora Denise Paraná decidió hacer su tesis doctoral a partir de un extenso reportaje a Lula, a sus hermanos, a su actual mujer, Marisa Casa da Silva, y a algunos amigos. El resultado fue el libro Lula: hijo del Brasil , que tras el acceso a la presidencia de su protagonista volvió a quedar en el centro de la atención, hasta el punto que en estos días la editorial El Ateneo lo lanza en la Argentina.
De ese volumen ofrecemos aquí algunos pasajes donde el propio Lula, su hermano Frei Chico (que lo inició en la actividad sindical) y su esposa, Marisa, aportan aspectos singulares de una vida literalmente excepcional. Junto a esos testimonios, imágenes muy poco conocidas de la vida de Lula y una entrevista a Denise Paraná, autora del libro que aquí se anticipa.
Habla Lula
“Lo primero que recuerdo, cada vez que alguien me pregunta acerca de mi infancia, es exactamente el hecho de que yo no tuve infancia. Es muy difícil, no sólo en el Nordeste, sino en cualquier lugar del país o del mundo, que un chico pobre o muy pobre se acuerde de su infancia. Principalmente porque uno se acuerda con más facilidad de las cosas buenas y no de las cosas malas que nos ocurren.
“Yo nací el día 27 de octubre de 1945. Hasta hoy sigue siendo la mayor polémica, porque mi padre me registró el día 6 de octubre; entonces, tengo dos fechas de nacimiento. En verdad, yo prefiero creer en la memoria de mi madre, que dice que yo nací el día 27, y como me gusta más el signo de Escorpio, elegí esa fecha. En el documento estoy registrado como nacido el 6 de octubre. Mi madre me dice que fue una equivocación de mi padre. En esa época nacíamos una semana y nos registraban tres o cuatro meses después. Mi padre no sabía la fecha correcta.
“Yo tengo pocos recuerdos hasta mis 7 años; sé que, cuando nací, fue el momento en que mi padre se fue para San Pablo. En realidad, yo ni había nacido todavía. Mi padre le pidió a su hermano, que es mi padrino, que cuidara a mi madre, porque él se venía a San Pablo para tratar de ganar algún dinero. Entonces mi tío empezó no sólo a cuidar a mi madre, sino al resto de la familia.
“Mi padre recién vuelve a Pernambuco en 1950. Vuelve en 1950, embaraza a mi madre de mi hermana menor, que era la octava hija. Entonces se vuelve para San Pablo trayendo con él a mi hermano mayor y dejando allá a mi madre embarazada. Yo no tengo muchos recuerdos de ese episodio. Tengo algún recuerdo a partir del momento del nacimiento de mi hermana menor, cuando yo tenía alrededor de 5 años.
Recuerdo, tengo una imagen, a mis hermanos mayores saliendo a cazar cuises, a cazar torcazas, era la forma que había para encontrar la llamada mezcla , o sea, la carne para el almuerzo. Me acuerdo que la primera vez que comí arroz fue por un problema de enfermedad, yo tenía dolor de panza; algo yo tenía, y entonces mi madre compró un remedio, es decir, compró arroz. En esa época, el arroz en mi casa era algo raro, no era algo normal. Se comía el frijol con harina. Mi madre hacía una especie de kibbe, tomaba el frijol y la harina y hacía una especie de kibbe amasado con la mano y era eso lo que comíamos.
(…)
“Recuerdo otro episodio en que mi hermano Vavá, en el momento mismo de venirnos a San Pablo, se escondió, subió a un árbol de cajú y se escondió, porque él no quería venir a San Pablo, quería quedarse allá en Pernambuco. Todavía recuerdo que cuando llovía -como había problemas de gran sequía-, corríamos a embalsar el agua. El terreno tenía una cierta caída para tratar de retener un poco de agua. Era un agua barrosa, un agua sucia, pero nosotros la colocábamos en un lugar para que se asentara. Después de asentarse, la íbamos sacando con un jarrito. Sacábamos la parte de arriba, la suciedad quedaba abajo.
“Yo todavía recuerdo, en esa época, cuántas veces mi madre nos llevaba para visitar la casa de sus hermanos. Salíamos caminando de noche, en la oscuridad, con una especie de antorcha. Era un pedazo de bolsa de estopa atado, como en las películas, un pedazo de estopa con querosén. Salíamos y eso era lo que iluminaba el camino que recorríamos.
“Todo esto que te estoy diciendo ocurrió hasta los 7 años, todo antes de tomar el pau-de-arara para venir a San Pablo.”
(…)
“Nosotros salimos de allá, del Nordeste, mi madre y siete hijos. Siete, porque mi hermano mayor, Jaime, había ido adelante. Y llegando aquí, mi hermano mayor descubrió que mi padre -que hacía años se había solo ido a trabajar- tenía otra mujer. Entonces mi hermano comenzó a escribir pidiéndole a mi madre que viniera, diciéndole que era mi papá quien quería que mi mamá viniera para acá. Pero mi padre estaba poco interesado en que mi madre viniera para acá. En verdad mi padre estaba poco interesado en que mi madre viniera para acá porque lo que él quería era vivir su vida con la mujer que tenía aquí, que era una prima de mi mamá.
“Mi padre ya había salido de Pernambuco con esa prima, ella había desaparecido, pero nadie había relacionado la desaparición de ella con la venida de mi padre. Y mi hermano en la carta no le cuenta esa historia a mi madre, sólo le dice que mi padre quería que ella viniese para acá. Entonces mi madre arregló las cosas y vino para acá. Además, porque su situación se estaba poniendo difícil.
“Cuando llegamos aquí, mis dos hermanos por parte de padre, mis dos hermanos mayores, ya tenían 6 o 7 años. ¿Entonces qué hizo mi padre? Mandó a mi mamá a que se quedara un tiempo en la casa de un compadre de él llamado Zé Nuno y siguió viviendo con la otra mujer en la casa que era de él. Entonces consiguió una nueva casa para esa segunda mujer en la otra punta del barrio, y llevó a mi madre a la casa donde él vivía antes. Mi madre tenía que tener prioridad en la llamada casa principal, que era la casa donde él vivía antes. Mi madre fue a vivir con él y la otra fue a vivir al final del barrio.”
Habla Frei Chico
“La gente del Sindicato Metalúrgico, Afonso y Paulo Vidal Neto, pensaban que Afonso ya no debía participar más en las elecciones, el presidente sería Paulo Vidal.
“Ellos me dijeron: No vas a participar, pero indica a una persona. Yo dije: Miren, hay una persona en Villares, y nosotros no tenemos a nadie. Sería importante tener a alguien. Ellos querían saber: ¿Pero quién es esa persona? Yo les conté: Es un hermano mío. Entonces preguntaron: ¿Pero él cómo es?
“Yo les respondí: Es joven, no le gusta el sindicato, no sabe nada… ¡Pero quién sabe acepta participar!
“Entonces Lula fue conmigo al sindicato para charlar con los compañeros. Inicialmente se resistió mucho: No va, no va, nada de eso me gusta. Lula pensaba que en los sindicatos sólo había hijos de puta. Ese era el concepto que se tenía, y todavía se tiene… Pensaba que los sindicalistas no valían nada. Pero conoció a la gente, y de tanto conversar con Mário Ladeia, que era el secretario general de ese momento, con Paulo Vidal, que era el segundo secretario y que pasó a ser el presidente de la próxima lista, y Afonso Monteiro da Cruz, que era el presidente, Lula cambió de idea.
“Afonso Monteiro da Cruz era un tipo de izquierda, pero muy independiente. Tenía una postura de izquierda muy seria, muy honesta. Tanto que murió pobre, qué tristeza. El, Paulo Vidal y Mário Ladeia fueron las personas más importantes que conocí en esa época en el movimiento sindical.
“Entonces fuimos conversando con Lula. Conversábamos hoy, conversábamos mañana. Hasta convencerlo de entrar en el sindicato. El no era ni afiliado. Pero Lula no quería entrar de ninguna manera, pensaba que era una pérdida de tiempo. Yo, por ejemplo, estudiaba en el sindicato. Le decía: ¡Ah, Lula, vamos a estudiar, vamos a participar! El respondía: Qué tontería, perder tiempo en eso. Yo me voy a ocupar de mi vida. Es cierto que él decía todas esas tonterías. No quería participar. Se resistía: Eso es una estupidez, una pavada.
“Lula no tenía ninguna noción de lo que era un sindicato, a pesar de ya tener características de líder de grupo. Tanto en el trabajo como cuando jugaba fútbol, ejercía un liderazgo. Pero en lo que respecta al sindicato no tenía el mínimo conocimiento. Se negaba a ir al sindicato, se negaba a hacer cursos. Pero de tanto charlar, lo convencimos de que entrara en la lista. Paulo, Afonso y otro miembro de dirección participaron de la última charla con Lula, convenciéndolo de que entrara.”
Habla Marisa
“El nombre de mi padre es Antonio João Casa, el de mi madre Regina Rocco Casa. El Silva de mi apellido es el de Lula. Me llamaba Marisa Letícia Casa. Cuando me casé por primera vez fui Marisa Letícia Casa dos Santos. Cuando me casé con Lula, me lo cambié de nuevo, Marisa Letícia da Silva. Y cuando Lula incorporó el apodo a su nombre, lo cambié nuevamente y me llamo Marisa Letícia Lula da Silva. Tuve cuatro nombres desde que nací.
“Mis hermanos también se fueron casando y se quedaron a vivir en São Bernardo. Hoy tengo nueve hermanos, dos murieron, éramos once. Me llevo bien con ellos. Son todos metalúrgicos.
“Mi primer marido fue asesinado dentro del taxi, trabajando. Fue un asalto. Y después de diez, doce años, mataron también a su padre. Nunca pensé en volver a casarme. Y fui así desde pequeña: lo que quería era tener un hijo. Mi primer marido fue mi primer novio, lo quería mucho, pero me criaron para eso, para tener hijos. Tenía esa mentalidad, mi madre me crió así. Por eso, después que Marcos murió, como ya tenía un hijo, no quería casarme nuevamente. Y con lo que pasé en tan poco tiempo… Un sufrimiento tan grande en tan poco tiempo… Yo pensaba: Ya tengo un hijo, ¿para qué casarme y tener más conflictos? Pasó que cuando llevaba tres años y medio de viuda conocí a Lula. El era viudo, yo viuda…
“Lula siempre dice que se enamoró de mí a primera vista. Yo no. Me llevó un tiempo acostumbrarme a tener nuevamente un novio. En la época en que lo conocí a Lula yo tenía un noviecito , pero no era realmente novio. Era más un amigo que otra cosa. Nos criamos juntos, jugábamos en la calle juntos. Y ese muchacho ya era maduro, pero era soltero.
“A mí no me gustaba salir sola, tenía una hermana menor que yo y salíamos juntas, porque de la mujer que sale sola siempre se habla mal. ¡Mucho más de mí, viuda! ¿Te imaginas lo que habrían dicho? Por eso yo salía mucho con ese amigo mío. El era verdaderamente muy amigo. Todos pensaban que éramos novios porque salíamos mucho juntos. El era una persona respetuosa, siempre lo fue. Todo el barrio nos conocía, nadie hablaba mal de nosotros. Pero yo lo provocaba a Lula. Le decía: ¡Voy a salir con mi novio! Y Lula se enojaba: ¡Qué novio ni nada! ¡Tu novio soy yo! ¡Vamos a salir nosotros dos!”
Habla Lula
“Pienso que no tengo muchas cualidades personales. Bueno, si no tuviese algunas no hubiera llegado adonde llegué. ¿Por qué otros no llegaron? Yo no soy ningún bobo, pero creo que yo sólo llegué adonde llegué por la fidelidad a los propósitos que no son míos, sino de millares de personas…
“El problema no es de cultura académica. Hay otros que tienen educación superior. Entonces el problema no es de nivel de escolaridad. Es de ser políticamente competente, de saber hacer, de saber lidiar con esa cosa llamada política, que es algo complicado.”
Una vida impresionante
San Pablo.- En 1992, Denise Paraná era asesora de comunicación de Luiz Inácio Lula da Silva y estaba enfrascada en la preparación de su doctorado en Historia en la Universidad de San Pablo. Un día se detuvo y pensó: “¿Cómo no me di cuenta antes de que tendría que estar escribiendo el doctorado sobre Lula, que es un personaje central de la historia de Brasil hace 20 años?” Le preguntó al protagonista si él tendría algún problema. Lula, fiel a su estilo, le dijo: “Todo bien, pero si no es para chuparme las medias. Te ayudo a hacerlo, pero quiero algo que me ayude a entenderme a mí mismo”.
Así nació el doctorado, y luego el libro, en 1996, llamado O Filho do Brasil, reeditado en 2002 y ahora editado en la Argentina por El Ateneo.
Por su trabajo, Denise, que hoy tiene 38 años, fue invitada a realizar un pos-doctorado en la Universidad de Cambridge (Inglaterra). En diálogo con la Revista, la autora contó que su mayor sorpresa fue descubrir cómo la vida de Lula era, en sí misma, un resumen de la vida de los brasileños típicos.
Comenzando por el apellido más común en Brasil, Silva, y continuando por una vida por momentos dramática: nació en Pernambuco, uno de los Estados más pobres de Brasil; llegó a San Pablo en un camión, como lo hacían los migrantes internos sumidos en la miseria; sus hermanos fueron obreros y sus hermanas, empleadas domésticas; su esposa murió por negligencia médica y su madre de cáncer de útero, que podría haber sido evitado si hubiera tenido acceso a atención médica; él y todos sus hermanos sufrieron accidentes de trabajo; y su esposa actual, Marisa, perdió su primer marido, taxista, asesinado, reflejo de una realidad violenta que hoy es la mayor llaga brasileña.
“Su vida es universal y al mismo tiempo particular, porque sólo uno llega al lugar al que él llegó. Eso vuelve su vida fantástica, impresionante”, dice Denise.
Petista, admiradora de Lula, su libro no es exactamente crítico. “Es una biografía autorizada, pero sin ser un panfleto, ya que a mí, como académica, no me habría interesado escribir algo así. El libro consiste de toda una primera parte de entrevistas, que hablan por sí solas, y luego mis conclusiones”, explica.
La visión crítica se reserva, en todo caso, para mostrar a un Lula despolitizado en sus comienzos. “Para los que idolatraban a Lula creyendo que nació combativo, el libro muestra que en sus comienzos él llamaba vagabundos a los sindicalistas -cuenta la autora-, y decía que prefería quedarse en su casa mirando telenovelas.”
Actualmente, la autora trabaja en la preparación, aún incipiente, de un largometraje a partir de su libro que desplegará la historia de vida del presidente desde su infancia.
Para Denise, ya convertido en presidente, Lula confirma que nunca fue un radical. “Su radicalismo se resume, apenas, a ir a las raíces de las cosas. Sigue siendo la misma persona, íntegra, simple y humanista, aun cambiando de ideas.”
Por eso, recuerda Denise, Lula siempre cantaba unos versos de Raúl Seixas, un rockero brasileño ya fallecido: “Prefiero ser una metamorfosis ambulante/ antes que tener aquellas viejas opiniones formadas sobre todo”.
Texto publicado no jornal La Nación (Argentina), 4/05/2003