El presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue reelecto, el día 29 de octubre, para más cuatro años de mandato, con una ventaja de más de 20 millones de votos respecto del candidato de la coligación PSDB-PFL, Geraldo Alckmin. Lula obtuvo 60,8% de los votos válidos, mientras Alckmin tuvo 39,2%.

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Lula es reelecto con 58 millones de votos
Estrategia en la segunda vuelta
Polarización programática
El “no a la derecha”
Los intelectuales y la campaña Lula
El PT en los estados
El papel de la prensa y el “golpe de las elites”
Composición de la nueva Cámara de Diputados Federal

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Lula es reelecto con 50 millones de votos

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue reelecto, el día 29 de octubre, para más cuatro años de mandato, con una ventaja de más de 20 millones de votos respecto del candidato de la coligación PSDB-PFL, Geraldo Alckmin. Lula obtuvo 60,8% de los votos válidos, mientras Alckmin tuvo 39,2%.

Con la expresiva votación de más de 58.295.042 millones de votos, Lula superó la marca alcanzada en el 2002, cuando obtuvo 52.793.364. El resultado de esa segunda vuelta también representó un significativo crecimiento respecto de la primera, cuando Lula tuvo 46.662.365 votos, es decir, 48,61% de los votos válidos. Alckmin perdió cerca de 2,4 millones de votos en comparación con la primera vuelta.

El crecimiento de la candidatura en los estados fue tan relevante que Lula revirtió el cuadro en Acre, Rondônia, Goiás y Distrito Federal, donde había perdido en la primera vuelta. El petista también aumentó su votación en algunos estados del Norte en que ya había tenido una buena votación, como Amazonas, Maranhão, Pará; en el Sudeste, como Minas Gerais y Rio de Janeiro; y en el Nordeste, como sucedió en Bahia.

En los estados del Sur y Sudeste, en los que Alckmin obtuvo más votos en la primera vuelta, Lula casi empató en Paraná, donde 50,75% prefirieron a Alckmin en comparación con 49,25 que votaron en Lula. El petista también redujo mucho la ventaja de Alckmin en el estado que este último gobernó. La diferencia en São Paulo, de 3.835.935 votos, se redujo a poco más de un millón.

Al contrario de lo que pronosticaba la mayor parte de los analistas políticos de los medios de prensa del país, el Partido de los Trabajadores tuvo un buen desempeño en estas elecciones y gobernará su mayor número de estados a partir de 2007: Acre, Bahia, Pará, Piauí y Sergipe. Estas cinco unidades de la Federación concentran 17,1 millones de electores, lo que equivale al 13,5% del total de Brasil.

Se trata de un salto respecto del resultado que los petistas obtuvieron en las elecciones pasadas, cuando eligieron solamente los gobernadores de Acre, Mato Grosso do Sul y Piauí (3,2% de los electores del país).

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Estrategia en la segunda vuelta

La gran expectativa de los líderes partidarios, de la coordinación de la campaña y de los mismos militantes y simpatizantes, de que Lula obtendría la victoria en la primera vuelta de las elecciones, hizo que la realización de la segunda vuelta tuviera un sabor de derrota. A su vez, Alckmin fue considerado como el gran ganador de la primera vuelta, aunque su votación fue inferior a la de Lula.

Una parte de este sentimiento fue generada por los grandes medios de comunicación, que al final de la primera vuelta actuaron de manera articulada a favor de la segunda vuelta.

La preocupación de la campaña al día siguiente del resultado en la primera vuelta fue definir la estrategia capaz de garantizar la polarización entre las candidaturas y alentar a la militancia. Desde el inicio de la campaña se empezó a construir – sobre todo a través de la prensa – la tesis de que la candidatura Lula sería inevitablemente derrotada en la segunda vuelta y que por ello la elección se tendría que decidir todavía en la primera. Ello provocó una cierta ola de pesimismo cuando se anunció el resultado de las urnas.

Pero Lula tomó la delantera. La campaña fue rápida en la articulación de apoyos para contener posibles adhesiones a Alckmin. Por otra parte, la campaña de este último, según analistas políticos y partidarios de su propia coligación, como el alcalde de Rio de Janeiro, César Maia, no logró mantener el mismo ritmo de la semana anterior.

Lula se reunió con los gobernadores vencedores en la primera vuelta. Además de los cuatro petistas (Binho Marques, de Acre, Wellington Dias, de Piauí, Marcelo Déda, de Sergipe y Jacques Wagner, de Bahia), Waldez Góes, reelecto gobernador de Amapá por el PDT, Marcelo Miranda, reelecto en Tocantes por el PMDB, y Cid Gomes, electo en el Ceará por el PSB, desde el primer momento ofrecieron apoyo a Lula. Eduardo Braga (PMDB), reelecto en Amazonas, estado en el que Lula obtuvo la mayor votación proporcional, envió a su vice para representarlo.

La coordinación de la campaña negoció rápidamente algunas composiciones para la segunda vuelta. Con el PMDB, en Goiás, apoyando a Maguito Vilela. En Rio de Janeiro el apoyo a Sérgio Cabral unió al PT y al Partido Republicano Brasileiro (PRB), del vicepresidente de la República, José Alencar, y del candidato derrotado en la primera vuelta, Marcelo Crivella. Se firmó un acuerdo en Pará con el PMDB, para apoyar a la candidata del PT, Ana Júlia Carepa. En Pernambuco, el apoyo a Eduardo Campos, del PSB, fue inmediato. En Paraíba, la alianza con José Maranhão (PMDB) ya se había hecho en la primera vuelta, así como en Rio Grande do Norte, donde la aliada de Lula es Wilma Farias, del PSB. Incluso una llamada telefónica de Lula para Germano Rigotto, gobernador de Rio Grande do Sul, fue importante para evitar que éste declarara apoyo instantáneo a Alckmin en la segunda vuelta.

En lo que se refiere a Alckmin, las cosas no marcharon tan bien. No logró imponer su agenda para la segunda vuelta. Tardó a aglutinar acuerdos y la primera adhesión pública a su candidatura fue la del ex gobernador de Rio de Janeiro, Anthony Garotinho (PMDB).

Este apoyo explicitó la división del PMDB en Rio de Janeiro, ya que Sérgio Cabral, candidato del PMDB al gobierno del estado, declaró apoyo a la reelección de Lula.

La adhesión de Garotinho a la campaña de Alckmin también ocasionó una fisura en la alianza PSDB-PFL, ya que César Maia, alcalde de Rio de Janeiro, del PFL, es adversario del matrimonio Anthony y Rosinha Garotinho. Maia, uno de los principales articulares de Alckmin, amenazó con retirar su apoyo ya que lo acusó a Alckmin de hacer alianza con lo que hay de peor en la política brasileña. Para el alcalde esta aproximación comprometía el discurso en pro de la ética en la política, propagada hasta entonces por la coligación de los partidos de oposición a la campaña Lula.

Este hecho también hizo que la jueza Denise Frossard, del Partido Popular Socialista (PPS), que disputaba la segunda vuelta por el gobierno de Rio de Janeiro, defendiera el voto nulo en las elecciones. Inicialmente Frossard declaró que se retirara el apoyo a Alckmin.

La reacción negativa de sus simpatizantes en Rio de Janeiro le costó a Alckmin por lo menos una semana de campaña para tratar de revertir la situación.

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Polarización programática

Otros factores también colaboraran para el crecimiento de la candidatura Lula. Además de que su votación fue superior a la del oponente, la campaña del petista contó con la consolidación del apoyo a Lula en los sectores populares, que constituyen la mayoría del electorado; el rechazo al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, del mismo partido que Alckmin; y el apoyo de las principales organizaciones populares del país, como la Central Única de los Trabajadores (CUT), la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y los movimientos de trabajadores rurales.

La campaña todavía tendría que superar algunos obstáculos. Tenía que vencer el gran desafío de establecer el diálogo con sectores de la izquierda, sobre todo con liderazgos del Partido do Socialismo e Liberdade (PSOL) y del Partido Democrático Trabalhista (PDT). El enfrentamiento con los grandes medios de comunicación, que hicieron campaña sistemática contra el PT y Lula en la primera vuelta, y la actitud del Tribunal Superior Electoral (TSE) también fueron motivos de preocupación de la coligación “La fuerza del pueblo”.

Al contrario de lo que sucedió en la primera vuelta, la coordinación de la campaña Lula para enfrentar la segunda vuelta definió como estrategia la profundización del debate programático con la confrontación de proyectos. Se trataba de hacer una disputa entre el gobierno democrático y popular y el gobierno neoliberal representado por el PSDB y, sobre todo, por la era de Cardoso, marcada por las privatizaciones y el Estado mínimo.

En otras palabras, se trataba de presentar la victoria de Alckmin con el retorno de Cardoso. Significaría la elección de un candidato vinculado a la extrema derecha, ligado al Opus Dei. Ello representaría el retroceso de las conquistas de los sectores más empobrecidos de la sociedad. En suma, la “vida del pueblo” era lo que estaba en tela de juicio.

La coordinación de la campaña reafirmó el compromiso de que el segundo gobierno Lula será superior al primero, con la garantía de que se implementará una política económica centrada en el crecimiento, con distribución de ingresos y riqueza.

Paralelamente a esta defensa, la coordinación de la campaña trató de desconstruir el gobierno de Alckmin y del PSDB en el estado de São Paulo, durante los 12 años en que el partido estuvo al frente de la administración ‘paulista’. Se divulgaron exhaustivamente el archivo de 69 Comisiones Parlamentarias de Investigación que fueron impedidas en la Asamblea Legislativa de São Paulo por los partidos aliados al gobierno; los elevados costos de los peajes en las carreteras ‘paulistas’; el crecimiento del crimen organizado en el estado y las privatizaciones.

Este último tema, la privatización, seguramente representó la pauta de la segunda vuelta. El candidato del PSDB estuvo tratando de probar, durante más de 20 días, que no privatizaría ninguna estatal si fuera electo.

El tema de la privatización fue motivo de contraposición de Lula y Alckmin durante toda la segunda vuelta. Una encuesta del Instituto de Pesquisas Sociais, Políticas e Econômicas (Ipespe), divulgada el 26 de octubre por el diario Valor Econômico, señaló que el 70% del electorado era contrario a la privatización de las grandes empresas públicas. Otro 18% era favorable a la venta de las empresas estatales. Los encuestados opinaron sobre la privatización de tres empresas estatales: el Banco do Brasil, la Petrobras y la Caixa Econômica Federal, con los siguientes resultados: 49% vincula Alckmin al tema de la venta de las estatales, mientras el 27% considera que hay una conexión entre Lula y la privatización.

Alckmin presidió en São Paulo el Programa Estadual de Desestatización (PED) entre 1996 y 2000. El PED coordinó la venta de la Eletropaulo y la Compañía Paulista de Força e Luz (CPFL) en 1997; la transferencia de la Ferrovia Paulista SA (Fepasa) y del Banco Banespa al gobierno federal en 1997 y la venta de la compañía de Gas de São Paulo, Comgás, en 1999.

La encuesta del Ipespe también señaló que 45% de los entrevistados evaluó como malas las privatizaciones realizadas durante las gestiones pasadas, incluso la de Cardoso. Sólo el 33% aprobó la venta de las estatales.

La agenda de las privatizaciones impuesta a la candidatura Alckmin hizo incluso que sus publicistas lo sometieran a una situación difícil. El candidato posó para fotos con un saco con los logotipos de las tres empresas: Caixa Econômica Federal, Banco do Brasil y Petrobras.

Los programas sociales del gobierno Lula también aumentaron el dolor de cabeza de Alckmin que, así como hizo con las privatizaciones, cedió a la agenda de la campaña Lula y tuvo que admitir que no acabaría con los programas sociales petistas, sobre todo con el programa Bolsa Familia.

Según un estudio del Centro de Políticas Sociales de la Fundación Getúlio Vargas, elaborado en base a datos de la Pesquisa Nacional de Amostra por Domicílio (Pnad), del IBGE, el programa Bolsa Familia fue uno de los factores que provocaron la reducción de la pobreza en 19,2% durante tres años del gobierno Lula. Se trata de la mayor reducción ya registrada desde que se empezó a efectuar este tipo de estudio, en 1992.

La expresiva reducción, según la encuesta coordinada por Marcelo Neri, jefe del Centro de Políticas Sociales de la Fundación Getúlio Vargas, también se debe al crecimiento del empleo y los ingresos, al aumento de los gastos con seguridad social y a los reajustes del salario mínimo.

La pobreza en las ciudades brasileñas, que había aumentado 41% entre 1996 y 2002, se redujo en 23,7%. Ya en el área rural la pobreza se redujo en 12,6%. Según Neri, “al contrario de los años anteriores, la reducción de la pobreza en las grandes ciudades fue la principal ‘locomotora’ de la retomada de los indicadores sociales”.

Otro factor que contribuyó con el éxito en la segunda vuelta fue la presencia de Lula en los debates promovidos por las emisoras de televisión. Después de un mea culpa por no haber comparecido a los debates realizados durante la primera vuelta, el candidato petista fue a todos en la segunda.

En la primera vuelta Lula fue presionado, sobre todo por los medios, para dar respuestas a la supuesta compra de un dossier contra las candidaturas del PSDB. El episodio, que todavía se encuentra bajo investigación de la Policía Federal y el Ministerio Público, fue explotado por la campaña de Alckmin, con el apoyo articulado de una gran parte de los medios de comunicación.

El 15 de septiembre la Policía Federal arrestó en un hotel en la capital de São Paulo, a Valdebran Padilha y Gedimar Passos. Padilha era afiliado al PT desde 2004. Gedimar es un policía federal jubilado. Cuando los arrestaron traían consigo cerca de R$ 1,7 millón, valor que supuestamente se pagaría a Luiz Antônio Vedoin en cambio de un dossier que hipotéticamente contenía documentos que comprometían la gestión de José Serra y Barjas Negri, ministros de la Salud durante el gobierno Cardoso.

Los medios ocultaron el contenido del dossier y se concentraron en acusar tanto al PT como al gobierno Lula de utilizar métodos condenables de campaña, así como de utilizar recursos financieros de origen ilícito.

La campaña orquestada entre los medios y la oposición se basaba en algunos hechos extremadamente graves: Gedimar Passos era empleado de la campaña Lula, subordinado a Jorge Lorenzetti, coordinador del departamento de “análisis de riesgo”, que a su vez respondía a Ricardo Berzoini, presidente nacional del PT y coordinador general de la campaña presidencial.

Gedimar Passos mencionó en sus declaraciones a la Policía Federal el nombre de Freud Godoy, asesor del presidente de la República, como involucrado en el episodio. El sistema de seguridad del hotel en que la Policía Federal realizó los arrestos registró la presencia en el lugar de Hamilton Lacerda, coordinador de comunicación de la campaña de Aloizio Mercadante al gobierno del estado de São Paulo.

Otros involucrados en el caso fueron Osvaldo Bargas, ex integrante del Ministerio del Trabajo y ex dirigente de la CUT; y Expedito Veloso, director del Banco do Brasil.

Después de la primera vuelta, el día 6 de octubre, la comisión ejecutiva nacional del PT aprobó una resolución sobre el episodio (verla integralmente en www.pt.org.br), que entre otras cosas dice lo siguiente:

“Los afiliados implicados en esta negociación no consultaron a la dirección del PT, no consultaron a la coordinación de campaña y tampoco consultaron a los candidatos del Partido. Por lo tanto, no respetaron las normas básicas de convivencia en un partido democrático.

La Ejecutiva Nacional del PT repudia la actitud de estos afiliados, considera una equivocación sustituir la disputa de proyectos por este tipo de práctica, condena la promiscuidad con un grupo de criminales, así como la total falta de respeto a la democracia partidaria.

Los afiliados que actuaron de este modo se pusieron, en la práctica, fuera del Partido. Y, por decisión de la Ejecutiva Nacional, están políticamente expulsados del PT”.

Además de la expulsión de los involucrados, Ricardo Berzoini pidió licencia de la presidencia nacional del PT, “por el plazo necesario para la completa aclaración de los hechos que involucraron afiliados al partido con una supuesta compra de dossier” (Ver la nota integral de Berzoini en www.pt.org.br).

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El “no a la derecha”

Sin embargo, tal vez la recomposición de la base electoral histórica de Lula sea, según algunos analistas políticos, la explicación que más nos ayude a explicar el impacto electoral de la ventaja del presidente detectada en las últimas encuestas. La campaña logró propagar la defensa del voto anti PSDB, por todo lo que podría significar su elección, incluso desde el punto de vista de las relaciones con los países de América Latina y la vuelta de la subordinación a los intereses de Estados Unidos.

Dos días después de la votación, la ejecutiva del PSOL consideró idénticos los dos candidatos más votados. Y “deliberó por no indicar el voto ni en Lula ni en Alckmin”. De manera exótica, decretó la imposición: “Nuestra resolución tiene carácter prohibitivo. Nuestros afiliados públicamente no pueden (manifestarse sobre la segunda vuelta)”. Y, para finalizar la obra, la ejecutiva igualó una vez más el PT al PSDB: “El PSOL tiene una definición: no indicar el voto en ninguno de los dos candidatos. Por lo tanto, no vale la pena que el PT o el PSDB entren en contacto con nosotros porque ya tenemos una posición política”.

A pesar de esta resolución, varios sectores del PSOL e incluso algunos de sus dirigentes declararon públicamente sus posiciones respecto de la segunda vuelta, lo que ocasionó disputas internas en el partido.

El candidato del PSOL al gobierno del estado de São Paulo, Plínio de Arruda Sampaio, recomendó: “nosotros, socialistas, lo queramos o no, participaremos de esta batalla, ya que en política la omisión no significa neutralidad. ¿Cuál debe ser nuestro objetivo en esta segunda confrontación? La segunda vuelta es el cortísimo plazo. Otras batallas vendrán y, para enfrentarlas en mejores condiciones, tendremos que profundizar el diálogo con las organizaciones populares combativas”.

Sectores del PSOL, como la corriente Ação Popular Socialista, integrada por el diputado Ivan Valente, de São Paulo, declararon: “Ningún voto en Alckmin. Seguir en la resistencia al neoliberalismo sea cual sea el nuevo gobierno”. La APS considera que “en la práctica no se observa ninguna posibilidad de que algún militante del PSOL pueda votar en Alckmin”. Reflejando matices internos, la APS concluye que “hay posibilidades tanto para el voto nulo como para el voto crítico en Lula, pero ningún voto en Alckmin”.

El sociólogo Chico de Oliveira, ex afiliado al PT y actualmente afiliado al PSOL, declaró a la prensa que “la campaña por el voto nulo es una equivocación”. Para él, un futuro gobierno Alckmin representa una profundización de las privatizaciones de Cardoso. En el caso de Lula, “a pesar de no esperar alteraciones en la política económica, hay espacio para cambios”.

El PSTU declaró voto nulo y afirmó que este tipo de voto “no indica solamente la falta de alternativas electorales para los trabajadores en esta segunda vuelta”, sino que “una gran suma de votos debilitaría las dos candidaturas y el futuro gobierno electo”.

El Partido Comunista Brasileiro (PCB), en nota, recomendó “el voto crítico en Lula, de forma unilateral, independiente, sin compromiso en la campaña”.

El PDT, partido del candidato Cristovam Buarque, decidió mantenerse independiente y no apoyar ninguna candidatura en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Sin embargo, el Directorio Nacional del partido liberó sus integrantes “para votar de acuerdo a su conciencia”. En la reunión del PDT, Cristovam defendió el apoyo a la candidatura Alckmin. Días después, incluso con la recomendación de su partido para que no se revelara el voto, el senador “dijo ayer que le da miedo un segundo mandato del presidente Lula”.

Varios liderazgos del PDT defendieron públicamente su apoyo a Lula. El ex diputado Vivaldo Barbosa, del Directorio Nacional del PDT, declaró su voto por la reelección del petista. La vicepresidente nacional de honra del partido, la cantante Beth Carvalho, dijo que saldría de la sigla por discordar de la dirección”.

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Los intelectuales y la campaña Lula

La disputa en la segunda vuelta entre el PT y el PSDB resultó en una manifestación de declaraciones y posiciones en la sociedad en general, pero particularmente en el medio académico y entre la intelectualidad, que fueron incitados a posicionarse frente a los dos proyectos. Casi la totalidad de las manifestaciones provenientes de las universidades fue de apoyo a Lula o, por lo menos, de repudio al candidato del PSDB.

Según la agencia Carta Maior, uno de los primeros manifiestos a favor de Lula que circuló no medio académico nació en el Instituto de Biofísica de la Universidad Federal de Rio de Janeiro y trae la declaración de apoyo de diversas personas que votaron en Cristovam Buarque (PDT) o Heloisa Helena (PSOL) en la primera vuelta, además de otros que van a repetir el voto en el PT. Elaborado inicialmente por el profesor Adalberto Vieyra, director del Instituto y un intelectual históricamente vinculado a Leonel Brizola y al PDT, el manifiesto reúne firmas de “profesores universitarios, investigadores, técnicos y profesionales de diversas áreas de las ciencias naturales y sociales, de las ciencias aplicadas y matemáticas, de la tecnología, la filosofía, las letras y artes, que nos identificamos con las ideas de cambios forjadas en la resistencia a la dictadura y en la construcción de la democracia en el país”.

El manifiesto repudiaba la vuelta del proyecto político del PSDB al poder: “En este momento en que se disputa la 2ª vuelta, que confronta la posición reformista moderada representada por la reelección de Lula con el neoliberalismo explícito del candidato de oposición, nos sentimos en el deber, como intelectuales y miembros de la comunidad académica, científica y tecnológica, de declarar públicamente nuestro apoyo a la reelección de Lula”, dice el documento. Los intelectuales de la UFRJ señalan como factor positivo del gobierno Lula el aumento del diálogo con los movimientos sociales – “se amplió el espacio, pero ¡hay que seguir adelante!” – y afirman que “la política exterior debe mantenerse en sus líneas generales”.

Además del apoyo, el manifiesto también sugería algunos cambios de rumbo para el segundo mandato de Lula, como la reducción de la tasa de intereses, el aumento de las inversiones en infraestructura y cambios en el Bolsa Familia: “Fue fundamental que este gobierno acabara con las privatizaciones, repletas de corrupción. También esperamos que el nuevo gobierno establezca patrones más rígidos y transparentes para el control de la administración pública, a fin de evitar desviaciones éticas que involucren a miembros del gobierno con partidos y miembros del Congreso”, concluye el manifiesto, que cuenta con las firmas de Luiz Pinguelli Rosa, de COPPE, y de Eliane Brígida Falcão, del Centro de Ciencias de la Salud, entre otras.

Otro documento originado en la Universidad de São Paulo y titulado “!Decimos no a Geraldo Alckmin!” logró reunir, según sus organizadores, a intelectuales simpatizantes del PSTU, PSOL, PT, PCB, PCdoC y PDT, de universidades como la UNB, Unicamp, Unesp, UFMG, UFPB, UFPR, UFSCar, UFF y PUC-SP, entre otras. El documento declara que “Geraldo Alckmin en el poder será la coronación de un retroceso derechista que se puso de manifiesto en su discurso electoral, basado en bravatas contra los impuestos y el exceso de gastos públicos, promesas de reducción del Estado, de infinito reformismo de la seguridad social y vestigios de indignación contra la corrupción (cuyo ducto tuvo inicio en su mismo partido). Con estas propuestas él no hará nada más que cualquier candidato de derecha haría en cualquier parte del mundo”, dice el documento que trae las firmas de los profesores Marilena Chauí, Paul Singer, Maria Victoria Benevides, Venício Lima y Wolfgang Leo Maar, entre otros.

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El PT en los estados

Las elecciones dieron un nuevo contorno político al mapa nacional. El PT, al contrario del escenario previsto por los analistas políticos, pasó de tres a cinco gobernadores: Acre, Bahia, Pará, Piauí y Sergipe.

El PT sorprendió en la primera vuelta con la elección del ex ministro Jacques Wagner al gobierno de Bahia. El partido, al derrotar al candidato del PFL, el actual gobernador Paulo Souto, rompió con el dominio de 16 años del “carlismo” (designación de la oligarquía establecida por el senador Antonio Carlos Magalhães) en el gobierno estadual.

En la segunda vuelta, el mayor colegio electoral de la región Norte eligió a la petista Ana Júlia Carepa, que deja su mandato como senadora del estado y acaba con la hegemonía del PSDB, que hace 12 años gobierna Pará. La petista derrotó el candidato de la situación, Almir Gabril, apoyado por el actual gobernador Simão Jatene (PSDB).

Entre los partidos aliados, el PMDB conquistó siete gobiernos de estados y el PSB, tres.

En el caso del PSB, las victorias tuvieron un sabor distinto. El partido logró superar la cláusula de barrera, con la elección de más de 5% de diputados federales. En la primera vuelta eligió al gobernador de Ceará, Cid Gomes, e impuso una derrota al presidente del PSDB, Tasso Jereissati. En la segunda vuelta derrotó al PFL en Pernambuco, con Eduardo Campos y eligió la gobernadora de Rio Grande do Norte, Wilma Faria, después de una dura disputa con las oligarquías locales.

Lula inicia el segundo mandato con un amplio apoyo en los estados. De las 27 unidades de la federación, 16 tendrán gobernadores electos con el apoyo de Lula, en la primera o la segunda vuelta.

Entre los principales partidos de oposición, el PSDB eligió a seis gobernadores y el PFL obtuvo solamente el Distrito Federal.

El PFL fue el mayor derrotado en las elecciones estaduales. Heredero político de la dictadura militar, ahora se redujo a un solo gobierno. Según Leandro Fortes, de la revista Carta Capital, “las derrotas de Paulo Souto, en Bahia, y de Roseana Sarney, en Maranhão, no servirán solamente para debilitar las vigas del PFL en el escenario político nacional. En los dos casos, las dos más poderosas, arcaicas y violentas oligarquías del país fueron destronadas por el voto”.

Los senadores Antonio Carlos Magalhães y José Sarney no lograron elegir a sus ahijados políticos a pesar de que dominan prácticamente todos los medios de comunicación en los dos estados.

En Maranhão, la derrota de Roseana Sarney, hija del ex presidente de la República, José Sarney, señala el final de 40 años de la familia Sarney en el poder. Su candidatura también expuso la contradicción que existe en el PT en torno a las alianzas. Las relaciones de Lula con el PMDB nacional de Sarney lo llevaron a declarar públicamente apoyo a la candidatura de Roseana. Sin embargo, el PT en el estado apoyó al candidato del PDT, Jackson Lago.

En el caso del PSDB, perdieron en el importante estado de la región Norte, Pará, pero lograron mantener los dos mayores colegios electorales del país: São Paulo, con José Serra, y Minas Gerais, con Aécio Neves. El PSDB también venció en Rio Grande do Sul, con Yeda Crusius, a través de una fuerte disputa con el PT. El PSDB también gobernará los estados de Paraíba, Alagoas y Roraima.

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El papel de la prensa y el “golpe de las elites”

Los grandes derrotados en estas elecciones sin duda fueron la elite conservadora de este país y su principal instrumento de dominación: los medios.

El excelente artículo del periodista Altamiro Borges, ‘Mídia é condenada nas urnas: e agora?’ recuerda que en la fiesta de la victoria, la noche del domingo, un enorme afiche dominaba la avenida Paulista, en São Paulo: “El pueblo venció a los medios”. Para Borges, esto expresa muy bien el sentimiento de millones de brasileños “frente a la deprimente y asquerosa cobertura de la prensa en esta batalla política”.

Según el periodista, algunos activistas todavía aprovecharon para gritar “el pueblo no es bobo, fuera Red Globo”, recordando la consigna que se hizo famosa durante la campaña de las “diretas-já”. Uno de los oradores se desahogó desde la tribuna: “Quiero enviar un recado a la revista Veja: ustedes perdieron las elecciones”. En pequeños grupos, otros cantaban: “Ou, ou, ou, a Veja se ferrou”.

En efecto, dice el periodista, “entre otros derrotados en la segunda vuelta, los medios hegemónicos fueron muy afectados y se desmoralizaron mucho. Con raras excepciones, diarios, revistas, radios y emisoras de televisión tomaron partido en la elección. De forma escandalosa, como la revista Veja y los diarios Folha de S. Paulo y O Estado de S. Paulo, o de manera más sutil, como la TV Globo, la mayoría de los vehículos de comunicación ocupó sus espacios para linchar el gobierno Lula y para presentar de forma positiva o “neutral” el candidato de la oposición neoliberal, Geraldo Alckmin. En la práctica, se portaron como partidos de derecha, tratando de “pautar la política” e interferir de forma descarada en el resultado de la sucesión presidencial”.

Una de las principales razones de la victoria del PT en estas elecciones presidenciales fue la percepción por parte de la sociedad – que no se dejó confundir por los medios de comunicación – de los dos proyectos que se encontraban en disputa.

Pero sólo una pequeña parcela del electorado que votó en Lula está organizada en partidos y movimientos sociales. Por ello, uno de los mayores desafíos a partir de la victoria de 29 de octubre es ampliar (y calificar) la influencia de los sindicatos, entidades estudiantiles, movimientos urbanos y de trabajadores rurales, organizaciones de mujeres y negros, así como de todas las demás formas de organización popular. Por el mismo motivo, los partidos de izquierda deben estar más presentes en la vida cotidiana del país. Por ello es necesario crear canales de comunicación directos con la sociedad.

Uno de los méritos que tuvo la elección fue el de traer al centro de las discusiones la necesidad de democratizar los medios de comunicación y consolidar una prensa democrática, como Carta Capital, Caros Amigos, Brasil de Fato, Correio da Cidadania, Carta Maior, entre otros vehículos.

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Composición de la nueva Cámara de Diputados Federal

Aunque las elecciones para la presidencia de la República tuvieron un carácter popular, con la elección de Lula, los primeros estudios sobre la composición de la nueva Cámara de Diputados muestran un cambio del perfil socioeconómico para la futura legislatura. Y, a pesar de su renovación en cerca de 48%, no hubo grandes cambios desde el punto de vista partidario, así como no hubo una alteración sustancial en la correlación de fuerzas, comparándola con la actual legislatura.

Teniendo como referencia las elecciones de 2002, uno de los principales perdedores de esta elección fue el PFL, que eligió menos 19 diputados, lo que redujo su bancada de 84 a 65 diputados.

Casi todas las grandes y medianas bancadas sufrieron una reducción en el número de parlamentarios. El PSDB, que en esta legislatura contaba con 71 diputados, en el 2007 tendrá solamente 66; el Partido Progressista (PP) perdió 12 escaños, y se redujo de 53 a 41 diputados; el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB) redujo su bancada de 26 a 22 diputados; el Partido Liberal (PL) disminuyó su bancada de 26 a 23 diputados; el Prona perdió 4 escaños y ahora tiene solamente 2 diputados.

El PT, a pesar de que redujo su número de 91 a 83 diputados, todavía será la segunda mayor bancada en la Cámara de Diputados. Está muy cerca de la mayor bancada, que es la del PMDB, con 89 parlamentarios.

En lo que se refiere al perfil socioeconómico, una encuesta realizada por el diario Folha de S. Paulo indicó que la nueva Cámara de Diputados será compuesta por una tercera parte de millonarios. El estudio muestra que, de los 513 parlamentarios que asumen sus cargos en 2007, 165 declararon un patrimonio superior a R$ 1 millón. Entre estos diputados, 74 son novatos y 91 están en la actual magistratura.

Otro relevamiento del Departamento Intersindical de Assessoria Parlamentar (DIAP) señala que 265 parlamentarios de la futura legislatura son profesionales liberales. La segunda mayor representación en la Cámara de Diputados es formada por empresarios, en un total de 121, distribuidos del siguiente modo: 97 urbanos – 83 empresarios, 11 comerciantes y tres industriales – y 24 productores rurales – nueve empresarios, ocho ganaderos, seis agroganaderos y un productor de cacao.

El tercer grupo profesional es el constituido por asalariados urbanos, incluyendo trabajadores de la iniciativa privada y del servicio público, que suman 87 diputados. El cuarto grupo se constituye de obreros urbanos y rurales, en un total de 19. El quinto y último grupo es de naturaleza diversa.

Para analistas políticos, la conformación ideológica de la nueva Cámara, teniendo en cuenta la formación y la fuente de ingresos, tiende a ser menos socialdemócrata y más liberal, lo que puede aumentar la presión por reformas liberales. La reducción de la bancada de los trabajadores y el aumento de la bancada de empresarios y profesionales liberales, por ejemplo, abren espacio para nuevos intentos de propuestas en bases neoliberales, como la flexibilización de la legislación laboral, entre otras.

Verifique a continuación la composición partidaria e ideológica de la Cámara de los Diputados:

Composición partidaria e ideológica de la Cámara de Diputados

Número de la bancada electa en 2006, de la actual y la electa en 2002

Partido/ideología Bancada electa en 2002 Bancada actual Bancada electa en 2006
PT/izquierda 91 81 83
PMDB/centro-derecha 88 79 89
PFL/derecha 84 65 65
PSDB/centro-derecha 71 57 66
PP/derecha 53 50 41
PSB/izquierda 22 27 27
PDT/centro-izquierda 21 20 24
PL/centro-derecha 26 37 23
PTB/centro-derecha 26 43 22
PPS/centro-derecha 15 15 22
PCdoB/izquierda 12 12 13
PV/centro-derecha 5 7 13
PSC/centro-derecha 1 7 9
PTC/centro-derecha 1 3
Psol /izquierda 7 3
PMN/centro 1 2
PHS/centro-derecha 2
Prona/derecha 6 2 2
PAN/centro-derecha 1
PRB/centro-derecha 1
PTdoB/derecha 1

Con informaciones del Departamento Intersindical de Assessoria Parlamentar

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