Con “la fuerza del pueblo” el presidente Luiz Inácio Lula da Silva da inicio este mes a la campaña electoral para conquistar un segundo mandato. La lista encabezada por Lula es una coligación entre PT, PCdoB y PRB. El PSB, que no forma parte de la coligación, declaró apoyo informal a la lista.

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La fuerza del pueblo

Con “la fuerza del pueblo” el presidente Luiz Inácio Lula da Silva da inicio este mes a la campaña electoral para conquistar un segundo mandato. La lista encabezada por Lula es una coligación entre el Partido de los Trabajadores (PT), el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) y el Partido Republicano Brasileiro (PRB), del candidato a vicepresidente José Alentar. El Partido Socialista Brasileiro (PSB), que no forma parte de la coligación, declaró apoyo informal a la lista.

Aunque existan otros seis candidatos a poco menos de tres meses de las elecciones, el actual escenario mantiene la polarización programática entre Lula y el candidato del Partido da Social Democracia Brasileira, Geraldo Alckmin, coligado con el Partido da Frente Liberal (PFL).

Encuestas difundidas por los institutos Datafolha y Vox Populi hacia fines de junio muestran que los índices de apoyo a la reelección del presidente Lula siguen estables y oscilan entre 45% y 46% de las intenciones de voto. El candidato del PSDB, Geraldo Alckmin, que creció algunos puntos el último mes, probablemente en función de la gran exposición que tuvo en los medios de comunicación, con el programa del partido en televisión y el lanzamiento oficial de la candidatura, varía en la preferencia de los electores de 29% a 32%. A pesar de que estos índices ya indiquen la victoria de Lula en la primera vuelta, no hay motivos para subestimar el potencial de crecimiento de Alckmin, cuya candidatura cuenta con el apoyo de los principales representantes del gran capital y de los grandes medios de comunicación.

Las candidaturas de Heloísa Helena (Partido Socialismo e Liberdade – PSOL), Cristovam Buarque (Partido Democrático Trabalhista – PDT), Luciano Bivar (Partido Social Liberal – PSL), José Maria Eymael (Partido Social-Democrata Cristão – PSDC) y de Rui Pimenta (Partido da Causa Operária – PCO) no llegan a 10% de la intención de voto de todo el electorado. El PMDB, que durante todo el último periodo ensayó lanzar una candidatura propia, no va a tener candidato.

La expresión “fuerza del pueblo”, eslogan de la campaña de Lula, no es sólo una jugada de marketing para asegurar el apelo popular al petista. El resultado de la encuesta del Vox Populi, a partir de la intención de voto espontánea, en el universo de los electores con bajos ingresos (un salario mínimo de 350.000 reales) muestra que Lula tiene la preferencia de 61%; en este segmento, Geraldo Alckmin, tiene solamente el 16% de las intenciones de votos.

¿Pero por qué motivo la población de bajos ingresos lo apoya a Lula? Según Marcos Coimbra, del instituto de encuestas Vox Populi, en entrevista a la revista Carta Capital, “el pobre vota en Lula porque está convencido de que él hizo un buen gobierno, y puede hacer un segundo gobierno en el cual su vida mejorará. En las encuestas cualitativas efectuadas en todos los lugares del país, me doy cuenta de que los pobres manifiestan intención de voto en el gobierno, no sólo porque hay un programa social que se llama Bolsa Familia. Esto es una parte, un símbolo de la forma en que se mueve el gobierno. Además de ello, ellos ven que el precio de los productos de primera necesidad permanece estable o se reduce, y que el material de construcción está más barato”.

Aunque los dos candidatos tengan votos dispersos en todas las capas sociales, “sin duda la consolidación, jamás vista, de los votos en Lula en las capas más pobres muestra un claro filtro de ingresos en el proceso electoral. Por extensión, hay un matiz de confrontación entre clases sociales”, analiza Coimbra.

Los principales puntos de conflicto programático entre el campo popular de la candidatura Lula y los sectores del gran capital, representados por Alckmin, son la calificación del crecimiento económico; el papel del Estado y del sector privado; el debate sobre gastos o inversiones sociales; la ampliación de la democracia en pro de los sectores populares; y la política externa.

La coligación PSDB-PFL entiende que el motor del crecimiento brasileño es el sector privado, que por ello debe ser aliviado de impuestos y estimulado por el Estado, cuya presuposición es la reducción del “costo Brasil”. En la práctica, esto significa reducir lo que ellos llaman de “gastos sociales”.

El debate sobre “gastos” versus “inversiones” sociales constituye el centro de la confrontación entre los programas, entre otros motivos porque permite aclarar de forma didáctica qué crecimiento la candidatura Lula defiende, y cuáles son los sectores sociales beneficiados y priorizados por él.

En entrevista a la TV Cultura, en el programa Roda Viva, Alckmin resumió sus propuestas para la economía en corte de gastos e impuestos y retomada de inversiones para estimular el crecimiento del PBI. Sin embargo, el candidato no especificó los gastos que pretende cortar en el caso de que sea electo, sólo repitió el mismo discurso de hace meses: “quiero promover un choque de gestión” y “aumentar la eficiencia”.

El presidente Lula, durante la apertura del 13º Encuentro Nacional del PT, en abril, declaró que “por tras del discurso del ‘choque de gestión’ se encuentra el corte en las inversiones sociales, el fin de los aumentos reales para el salario mínimo y la reducción de los beneficios de la provisión social”. Y concluyó: “Lo que necesita Brasil es de un choque de inclusión social”.

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Coro con la derecha

Las candidaturas de la senadora Heloísa Helena y de Cristovam Buarque pueden ser lo que el periodista Wladimir Pomar, en el artículo Olhares enviesados, publicado en el diario Correio da Cidadania, llamó de izquierda llorona. Aunque no lo mencione explícitamente, lo que sucede es que estas candidaturas participaron, junto con el PSDB y el PFL, “en las denuncias de la supuesta corrupción sistémica del gobierno Lula, suponiendo que esto sangraría al gobierno y al PT hasta la muerte. Frente a una realidad distinta, se desalientan porque aquellas corrientes políticas de la burguesía se muestran incapaces de seguir golpeando pesadamente en el mismo tema”.

Heloísa Helena, con el 6% de las intenciones de votos en las encuestas electorales, es candidata a la presidencia de la República por el PSOL, partido creado hacia fines de 2005 y formada en su gran mayoría por disidentes del PT.

En entrevista a la revista Carta Capital, el ex petista Plínio de Arruda Sampaio tuvo que responder al tono de las críticas de la senadora al gobierno Lula. Fue cuestionado por el hecho de que Heloísa Helena estaba “más empeñada en un discurso moralista que en presentarse como alternativa a la izquierda”. Sampaio alega que le parece que “fue un discurso coyuntural. La situación era de tal modo grave, la crisis tan grande, que no tenía sentido hablar de otra cosa. Heloísa Helena dio respuesta a la situación y demostró indignación. En la campaña cambiaremos. Adoptaremos un tono más ideológico”.

Con sólo el 1% de la preferencia del electorado brasileño, la candidatura de otro ex petista, Cristovam Buarque, actualmente en el PDT y hasta bastante poco ministro de la Educación del gobierno Lula, es otra que parece engrosar el coro con la derecha, cuando se trata de criticar al gobierno Lula.

En la contramano de Cristovam, insatisfecho con la línea política adoptada por el PDT, el intelectual y militante histórico de la izquierda brasileña, el periodista y escritor Arthur José Poerner, dejó el partido para afiliarse al PT. En carta enviada al presidente del PDT, Poerner dice que “El gobierno Lula, a pesar de los defectos, fallas y omisiones que se le pueda atribuir, no es nuestro enemigo; representa el avance nacional posible en las actuales coyunturas internas y externas. No reelegirlo significa, en la práctica, devolver el poder a las elites que impiden la emancipación de nuestro pueblo desde la época de la esclavitud (…)”.

En entrevista al Portal del PT, el intelectual declara que, del mismo modo que, en 1964, después del golpe militar, ingresó al Partido Comunista Brasileiro porque creía que aquél era un camino de resistencia, ahora le parece que el camino de avance de Brasil es la continuación del gobierno Lula. “Ello no se refiere sólo a Brasil como país, sino a toda América Latina. Creo que con el gobierno Lula iniciamos un nuevo intento de integración latinoamericana, sobre todo a través de los gobiernos de (Néstor) Kirchner, en Argentina, y de (Hugo) Chávez, en Venezuela, que se interrumpirá si Lula no es reelegido. Y creo que cualquier voto distinto sólo dividirá a la izquierda, sólo ayudará de alguna forma las remotas posibilidades del PSDB en estas elecciones”, defiende.

Poerner se sorprende con el hecho de que algunos partidos “que se dicen de izquierda y apoyaron este tema del ‘mensalão’, esta campaña moralista… Debe haber ocurrido irregularidades, seguramente, pero ellos se dejaron arrastrar por esa ola moralista, de la misma manera que la izquierda se dejó llevar en 1954 por el llamado ‘mar de fango’ contra Getúlio (Vargas), sin considerar todo lo demás. Sin duda el sistema brasileño abre muchas brechas, la fiscalización es difícil; en todos los partidos, todos los poderes de la República, hay fallas que propician irregularidades. Pero hay que ver el todo. Esto es lo que algunos partidos de izquierda no ven”.

Para Wladimir Pomar, en la práctica, “lo que vemos son los mismos problemas que dividieron a la izquierda en el pasado de nuestra historia. Estas grietas ayudaran la derecha a imponer profundas derrotas a la izquierda como un todo y a consolidar su dominio. Sin aprender con el pasado, muchos no logran mirar el presente de forma menos tendenciosa. Combaten al enemigo equivocado, como lo hicieron los ludistas (en la Revolución Industrial, trabajadores que destruían máquinas) del MST y los provocadores del MLST, y ponen al PT, al PSDB y al PFL en el mismo campo. Confunden los aliados con los enemigos y disparan sobre los primeros pensando que el blanco son los segundos”.

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Campaña en los estados

Las condiciones institucionales y sociales necesarias para un segundo mandato superior al primero son, entre otras, la elección de una bancada de sustentación al segundo mandato superior a la que existe actualmente; y la elección de más gobernadores estaduales aliados, sobre todo en los estados con mayor población y fuerza económica.

El PT va a disputar el gobierno en 18 estados y tiene candidatos a vicegobernador en otros cinco. Los estados en los que el PT tendrá candidato a gobernador son los siguientes: Alagoas, Amapá, Rondônia, Rio Grande do Sul, São Paulo, Sergipe, Rio de Janeiro, Piauí, Pará, Mato Grosso do Sul, Paraná, Santa Catarina, Minas Gerais, Bahia, Pernambuco, Acre, Distrito Federal y Mato Grosso. En todos ellos los candidatos a vicegobernador son de otros partidos, en la siguiente proporción: cinco del PCdoB, cinco del PSB, dos del PMDB, dos del PL, uno del PTB, uno del PP, uno del PV y uno del PTdoB.

Los estados en los que el PT tiene candidatos a vicegobernador son: Ceará, Maranhão, Goiás, Paraíba y Tocantins. Hay todavía tres estados en los que el PT no participa en la lista mayoritaria. En Roraima, apoya formalmente a los candidatos presentados. En los otros dos (Espírito Santo y Amazonas) el apoyo es informal.

En la disputa por el Senado, el PT tiene candidatos propios en 10 Estados y apoya nombres de otros partidos en los demás.

En gran parte de los estados brasileños, la polarización programática entre el PT y el PSDB-PFL se repite, como en São Paulo, Rio Grande do Sul, Santa Catarina, Minas Gerais, Sergipe, Pernambuco, Paraíba, Ceará, Pará, Amapá, Roraima y Mato Grosso do Sul. En Santa Catarina, el PSDB y el PFL cuentan con el apoyo del PMDB y del PPS. En Pará y Roraima, el PFL y el PSDB están formalmente coligados con PL, PTB y PP. Sin embargo, en algunas unidades de la federación, PFL y PSDB no se coligaron y lanzaron dos candidatos al gobierno, teniendo al PT como adversario. Este es el caso, entre otros ejemplos, de Rio de Janeiro, donde el PFL apoya la candidatura de la jueza Denise Frossard (PPS) y Eduardo Paes, del PSDB, compite solo. También en los estados de Maranhão, Amazonas y Mato Grosso, PSDB y PFL disputan entre ellos.

Ya el PMDB que, en función de la verticalización decidió no presentar candidato a la presidencia de la República y reforzar su base en los estados, tendrá 16 candidaturas propias al gobierno estadual en las elecciones de octubre, dividiendo su apoyo principalmente entre PT y PSDB. Sin embargo, en algunos de los principales colegios electorales del país, el partido optó por presentar candidaturas ‘independientes’ de esa polarización.

En São Paulo, el PMDB local presentó la candidatura del ex gobernador Orestes Quércia, que formó una lista con el PP. En Rio de Janeiro, el partido lanzó Sérgio Cabral, con un candidato a vicegobernador del PP, y en Rio Grande do Sul su candidato es el actual gobernador Germano Rigotto, con un candidato a vicegobernador del PTB.

El partido también tendrá candidatos propios en Amazonas, Espírito Santo, Goiás, Mato Grosso do Sul, Pará, Paraíba, Piauí, Paraná, Rio Grande do Norte, Rondônia, Roraima, Santa Catarina y Tocantins.

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