Reciente reunión de ministros de la Unión Europea decidió aplicar una retaliación al gobierno de Belarús, prohibiendo que 31 altos funcionarios viajaran hacia Europa, incluso el presidente Alexander Lukashenko, debido al reciente fraude en las elecciones presidenciales de aquel país y a continuadas denuncias de violaciones de los derech

Reciente reunión de ministros de la Unión Europea decidió aplicar una retaliación al gobierno de Belarús, prohibiendo que 31 altos funcionarios viajaran hacia Europa, incluso el presidente Alexander Lukashenko, debido al reciente fraude en las elecciones presidenciales de aquel país y a continuadas denuncias de violaciones de los derechos humanos.

Belarús, antes conocida como Bielorrusia, y Ucrania, se interponen geográficamente entre Rusia y la Unión Europea. Los países miembros más avanzados de esta última en dirección este son Lituania, Polonia y Rumania, uno de los próximos países que serán admitidos. Belarús adquirió independencia de la antigua Unión Soviética en 1991 y Lukashenko fue electo presidente en 1994; permanece en el poder hasta hoy a costa de fraudes electorales, represión y desapariciones de opositores políticos, integrantes de la prensa y sindicalistas.

El año pasado también hubo elecciones presidenciales en Ucrania, entre un candidato de la situación apoyado por Putin y un ex ministro apoyado por la Unión Europea y Estados Unidos, que se presentó como candidato de la oposición. Con la victoria del primero, bajo sospecha de fraude, ocurrió una gran movilización, conocida como “Revolución Naranja”. Esta contó con el apoyo de la Unión Europea y de Estados Unidos y forzó la realización de nuevas elecciones presidenciales, vencidas por la oposición. Más que una iniciativa en pro de la democracia, no siempre respetada por los gobiernos de los países que formaban parte de la ex Unión Soviética, en realidad se trata de reducir el peso geopolítico y económico de Rusia.

Sin embargo, aunque la estrategia sea expandir la influencia europea hacia el Oriente rumbo a Rusia y Turquía, ello aparentemente “no se combinó con los rusos”. El presidente Vladimir Putin, que ya se prepara para alterar la ley para que pueda disputar un tercer mandato, utiliza poderosos instrumentos para preservar sus intereses.

Uno de ellos es el status de potencia nuclear y miembro del Consejo de Seguridad de la ONU con poder de veto y el otro es el hecho de que es un proveedor fundamental de gas natural para Europa. La nueva primera ministra de Alemania, Angela Merkel, ya suavizó mucho sus posiciones frente a Rusia y el ex canciller, Gehrard Schroeder, acaba de asumir el cargo de presidente de un consorcio empresarial ruso-germánico de transmisión de gas natural. Putin decidió recientemente que el gasoducto en construcción, que suplirá Europa, no cruzará Ucrania, como retaliación a la elección de la oposición el año pasado. Es decir, esta disputa todavía rendirá mucha polémica.

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