Morena y el Instituto Nacional de Formacion Politica – INFP: Profundizar la formación política II
Profesionalización e institucionalización
Institucionalizar y profesionalizar la formación política dentro de los movimientos sociales evitando que se constituyan grupos de interés desprendidos del proyecto de transformación, no es nuevo: ha estado presente en todos los procesos de construcción de hegemonía por movimientos sociales. No temamos tratarlo franca y abiertamente. Hay muchísima literatura disponible.[1] En sus últimos meses de vida, Lenin puso en el centro esta problemática: “Convivían en nuestro país, una al lado de la otra, la audacia teórica en las especulaciones generales y un sorprendente temor en cuanto a las reformas oficinescas más insignificantes… Debemos reducir nuestro aparato estatal, economizando hasta el máximo. Debemos eliminar de él todos los gastos superfluos, de los cuales han quedado tantos de la Rusia zarista, de su aparato burocrático capitalista” (“Más vale poco y bueno”). En este aspecto está una de las claves para entender las dificultades de persistencia y profundización de los proyectos de transformación. Ernesto Che Guevara decía que el individualismo (falta de conciencia revolucionaria); la desvinculación entre los altos mandos y mandos medios derivaba en una falta de organización: “Es frecuente observar cómo la única salida encontrada por un buen número de funcionarios es el solicitar más personal para realizar la tarea cuya fácil solución sólo exige un poco de lógica, creando nuevas causas para el papeleo innecesario”. También apuntaba cómo, a causa de “la falta de conocimientos técnicos suficientemente desarrollados como para poder tomar decisiones justas y en poco tiempo” hacía que las discusiones se volvieran “interminables sin que ninguno de los opositores tenga la autoridad suficiente como para imponer su criterio” (“Contra el burocratismo”).
En el caso de Argentina, Milei proponía dinamitar el Banco Central y eliminar instituciones para la igualdad con perspectivas identitarias. El enfado de la población con la burocracia ineficiente en el gobierno y el partido lo volvió muy popular. No ha dinamitado el Banco Central, ni puso fin a los programas sociales. Sí recortó la estructura del Estado. Estamos alertados: la burocratización destruye los procesos de transformación y es germen del fascismo.
¿Cómo se pasa de la acción ideológica general, que era la tarea en la primera etapa (es decir, difundir y defender los logros de la cuarta transformación, dar a conocer a profundidad el proyecto de transformación para ampliar la base social, promover los principios y valores del movimiento de regeneración nacional, así como reorganizar al partido y a las bases), a una etapa de mayor destreza técnica, precisión ideológica, que a la vez se vincule directamente con el trabajo territorial y que mantenga el espíritu popular del movimiento?
El proyecto de la cuarta transformación y Morena no impulsan programas para eliminar la propiedad privada o la sociedad de clases. El objetivo de Morena es una sociedad más justa a partir de la participación del Estado en la redistribución de los recursos, la eliminación de las formas de apropiación privada de los bienes comunes de México por parte de grupos mafiosos (mediante impuestos, contrataciones, gastos superfluos, concesiones, etc.) y la mejora constante de las condiciones de vida de la población más pobre por medio de una agenda de ampliación de derechos, producto de la recuperación de los bienes monopolizados. Evaluarlo es una tarea en esta nueva etapa en la formación política, donde no sólo se difundan los logros, sino que verdaderamente se estudie el impacto que han tenido las políticas públicas en la vida de las personas, y se examinen sus retos, errores y limitaciones actuales.
Los procesos que más se parecen a la realidad que vive hoy México son los de construcción de poder popular de proyectos progresistas y socialistas del siglo XXI en América Latina.[2] De ellos hay mucho que aprender y sobre todo mucho que construir en conjunto, lo que debe de constituir un movimiento internacionalista contemporáneo. Abordaré este aspecto en una tercera entrega para poder desarrollarlo más ampliamente.
Aquí revisaremos un ejemplo propio: los intentos, tinos y desatinos de institucionalizar la Revolución mexicana.
A veces nos apresuramos a contar una historia en la que la revolución mexicana fue un fracaso porque devino en el PRI. Esta narrativa es demasiado corta, y es la que, en los periódicos de la época, contaban los magnates petroleros y los historiadores pagados por el Departamento de Estado de Estados Unidos.[3] No nos permite tomar lecciones de uno de los procesos de transformación más interesantes en la historia de la humanidad y el primero en promulgar una Constitución que reconociera los derechos sociales, la eliminación de la tienda de raya, la reforma agraria más acabada de América Latina, una política exterior soberana anticolonial y antiimperialista ejemplar, etc. De modo que los gobiernos que sucedieron al periodo del conflicto armado fueron profundizando la implementación de un proyecto político establecido en la Constitución de 1917. Entre 1920 y 1936 está tan desdibujada nuestra historia que es sospechoso. Durante ese periodo se dieron los debates más interesantes especialmente a la luz del momento que vivimos ahora. Sólo se revisan los que tienen que ver con la creación de un partido revolucionario. Yo empezaría por visitar los periódicos de la época. Queda, pues, la invitación para un análisis más a fondo de ese momento histórico.
Profesionalizar sin burocratizar: lecciones de la Revolución
Entre 1917 y 1928 se sucedieron distintos liderazgos nacionales que se disputaban el control territorial con grupos estatales y regionales. Los protagonistas eran militares y caciques. En 1929 se creó el Partido Nacional Revolucionario con el objetivo de “mantener de modo permanente y por medio de la unificación de elementos revolucionarios del país una disciplina de sostén de orden legal creado por el triunfo de la revolución mexicana, y definir y consolidar cada día la doctrina y las conquistas de la revolución llevando a los puestos de representación a elementos que su filiación, idoneidad y moralidad garanticen los postulados de las mismas” (estatutos del PNR 1929). El partido era financiado por la burocracia estatal: hasta 1937, los servidores públicos aportaban el 9% anual de su sueldo.[4] No había organizaciones de obreros y campesinos que pudieran conformar la masa del partido. La tarea organizativa se impulsó desde las instituciones de gobierno. La escuela rural mexicana, por ejemplo, fue fundamental para llevar la noticia de la Constitución a todo el país y explicar que los campesinos y pueblos indígenas tenían derecho a recuperar sus tierras y que los trabajadores tenían el derecho a organizarse colectivamente frente a los patrones. Después del conflicto armado, y debido a la intervención de las petroleras y de los concesionarios extranjeros con intereses en México, prevalecían grupos armados en el territorio que no reconocían la soberanía —es decir, la constitución y las instituciones que emanaban de ella— y que provocaban una situación de permanente inestabilidad. Durante la década de 1920 y hasta 1936 el objetivo era habilitar la organización colectiva.[5]
Entre 1929 y 1933 el PNR convocó a los grupos que detentaban el control territorial de diferentes regiones del país; por eso en un inicio la mayor parte de los militantes eran militares y personajes vinculados a los gobernadores. No obstante, entre 1933 y 1936 ya existían grandes agrupaciones de obreros y campesinos que se sumaron al partido, como se hace evidente en el Manifiesto del Comité Ejecutivo del PNR (1936):
La nueva democracia a que aspira el PNR se concibe en términos de una creciente influencia de obreros y campesinos organizados en la dirección política y económica de la comunidad. De ahí que el CEN reconozca la importancia que tiene para el partido la actuación de los miembros de sindicatos revolucionarios, las comunidades ejidales y pensando en su participación, no para subordinarlos sino para propiciar el logro de sus aspiraciones de clase… Se abriga la más firme intención de dar al trabajador organizado la ayuda de que nuestra institución política es capaz, haciéndolo de manera incondicional y como resultado de una aplicación de principios, no con miras de obtener compensaciones electorales en favor de elementos extraños a los trabajadores, pues la promesa que establece el partido para que ejerciten el voto activo en su seno, consiste en asegurarles que cuando así lo hagan verán respetada la voluntad de sus mayorías para designar candidatos que vayan a servir al proletariado desde los puestos públicos.
A esto se le ha llamado corporativismo, y sin negar que haya sido una estrategia del régimen priista para mantener la hegemonía en años posteriores, el acercamiento del gobierno con las organizaciones sociales posibilitó desmilitarizar al gobierno y al partido, así como fortalecer la hegemonía de la Revolución con la incorporación de las masas populares, pero respetando sus formas de organización, como lo indica el mismo documento citado arriba:
El movimiento de unificación campesina proseguirá siendo impulsado por el partido, con miras de altura nacional. El CEN ceñirá escrupulosamente a los propósitos que animaron al primer magistrado de la nación cuando encomendó al partido la tarea de unificar las organizaciones agraristas; borrando toda disidencia entre ellas y respetando su libre determinación al designar elementos directores.
Estos procesos posibilitaron la expropiación petrolera en 1938 y la profundización de la reforma agraria. A lo largo de décadas se construyó una estrategia midiendo la correlación de fuerzas y las condiciones políticas del territorio y del ámbito internacional. Si no se hubiera primero conformado el partido, con el financiamiento de los cuadros de gobierno y posteriormente con la incorporación de los movimientos sociales consolidados en sindicatos y centrales campesinas, posiblemente no se habría podido profundizar la transformación. Si no se hubiera recurrido a los maestros rurales para llevar la noticia de la Constitución de 1917 a todo el territorio nacional la reforma agraria no hubiera sido posible. En esto hay un asunto que revisitar: la disputa política entre Calles y Cárdenas, pues, en su momento, Cárdenas tuvo que establecer una ruptura con Calles para poder legitimarse. En la actualidad, no podemos sino verlos como parte de un proyecto progresivo y de profundización, con sus contradicciones y aportes significativos. Por ello queda la tarea de revisitar este capítulo de nuestra historia a la luz de los hechos recientes. Regresar a los periódicos de la época, con la conciencia siempre de quiénes eran los que controlaban los medios de comunicación y qué objetivo perseguían. Volver a los documentos oficiales y los archivos particulares nos permitirá conocer nuevos elementos sobre un conflicto por demás significativo para abordar el asunto de la profesionalización, la institucionalización y los riesgos de la burocratización de los movimientos sociales y los proyectos de transformación.
Con base en el proceso que acabamos de revisar es posible identificar algunas tareas para el contexto actual de transformación:
- La profesionalización de la formación política es una tarea más que ganar una batalla ideológica, de relatos. Por ahora está ganada, pero no es suficiente, ni será permanente.
- Desechar por completo las formas neoliberales en el ejercicio de los recursos del partido y de la administración pública, así como en la organización de los cursos y las políticas públicas. No pueden ser dictados por las áreas administrativas: deben estar al servicio de las áreas sustantivas y éstas deben involucrarse activamente en los procesos administrativos, no dejarlas como “aspectos técnicos”.
- La formación política no puede ser de autoconsumo: cada vez debe convocarse a un mayor número de personas y de una mayor diversidad de perfiles. Los programas deben ir más allá de la cuestión ideológica. Una manera de hacerlo es estudiar los procesos revolucionarios y progresistas propios y de otros países, así como los programas civilizatorios de alto impacto. Para alcanzar un análisis útil hay que hacerlo a fondo, con sus contradicciones internas, sus aciertos y desaciertos, sus experiencias de política pública, de técnica legislativa, etc.
- Debe evitarse que quienes ocupan puestos en el gobierno también ocupen puestos en el partido. Evitar, en definitiva, duplicidad de funciones y sueldos.. Mantener la claridad y la disciplina es muy importante. Se debe mantener la colaboración voluntaria de los principales referentes que dominan tanto la ideología como la técnica de la administración pública y que se encuentran ocupando cargos públicos.
- Sería interesante que el INFP diseñe programas de formación especializados y ofrezca formación de alto nivel técnico en diversas ramas a partir de una evaluación seria de las necesidades, en parte mediante la convocatoria a especialistas y cuadros técnicos, algunos de ellos en el gobierno, y otros más de universidades nacionales y extranjeras, que puedan fortalecer los programas y que estos programas mantengan la posibilidad de ser popularizados. Esto se tiene que dar en un proceso de adecuada planeación. Ahora que el poder judicial entra en un proceso de transformación habrá que llevar a cabo cursos de formación política y preparación.
Con esto espero promover la construcción de un partido de cuadros “de los mejores” —como quería el Che Guevara en aquel texto suyo ya citado—: aquellos que “deberán cumplir su tarea dinámica de estar en contacto con el pueblo, transmitir las experiencias hacia las esferas superiores, transmitir a las masas las directivas concretas y ponerse en marcha al frente de éstas”.
Notas:
[1] Propongo como lecturas detonadoras obligadas: Marx y Engels, “La Internacional. Documentos, artículos, cartas”; Luxemburgo, “Reforma o revolución”; Lenin, “Más vale poco y bueno” (revisar también los informes al CC y los informes a la II Internacional); Trotsky “Historia de la revolución rusa”; Che Guevara “Contra el burocratismo”.
[2] Existe mucho material disponible; recomiendo revisar los debates que se dieron en las cumbres de jefes de estado de la UNASUR, Cumbres de las Américas, CELAC, por ejemplo “Construir poder transformador. Debate latinoamericano”. También sugiero consultar la Cumbre de las Américas de 2015, realizada en Panamá, donde se pueden conocer diferentes aspectos de los gobiernos emanados de procesos populares y su diferencia con los proyectos neoliberales vigentes entonces.
[3] Para un análisis de este proceso se puede consultar mi artículo “Estudios latinoamericanos: corporaciones, universidades e imperio”.
[4] Manifiesto del Presidente Cárdenas 1937.
[5] Este proceso está débilmente historiado, y generalmente se ha llenado de categorías anacrónicas; por ejemplo, en el caso de los procesos desarrollados para eliminar las condiciones de explotación en regiones indígenas se han retomado postulados que pretenden desecharlos por haber sido experimentos racistas. Por el contrario, puede afirmarse que los esfuerzos que realizaron los indigenistas de la década de 1920 fueron sumamente vanguardistas. He desarrollado ampliamente este tema en mi trabajo “Ingeniería social en Mesoamérica: revolución, intervención, desarrollo y cooperación internacional”.